domingo, 10 de octubre de 2010

 Te vi, sentí algo profundo
No noté hasta muy tarde que esta profundidad se haría mas honda por momentos.
Y me dí cuenta del amor que sentía ahí.
Acostada a tu lado, como buenos amigos.
Charlando y comentando la vida
Con tu pelo alborotado cayendo a la hierva
Mostrando tu mejor sonrisa.
Dándote el sol completamente, resplandeciendo tu piel blanquecina 
Tu brillo personal.
Y aquellos ojos, azules como el mar, donde las olas chocan y su espuma es el reflejo de ellos.
Suave al moverse, al respirar.
Ahí mismo, me di cuenta
Evitar tanto sentimiento sería mentir a mi corazón
Acaso merecido es?
La generosidad de la hospitalidad de cada palabra transmitida a mi escuchar, es un cantar alabado de una comisura de mis labios.
Rozando tus dedos, extrañándote cuando no estás.
 El amor, no tiene contrincante. 
Su peor enemigo, el olvido presente.
Cuando tu memoria deje de recordarme en algún momento de tus días, será que fui algo para ti, fui.
Podré saber que permanencia pudimos tener.
Y tus ojos, esplendorosos, completaran la llanura de mi tratamiento para sacarte de la cabeza.
Es como un ángel, de esos que aterrizan e iluminan un camino.
Sacrifican todo dejando lo más importante atrás.
Al menos, para los que en silencio, completaron las letras que conllevan la palabra amor.
Sus alas alzan el vuelo, arrepintiéndose sin mirar hacia abajo, a nuestro mirar.
Hasta entonces, mi duda recorrerá el pasillo de la amargura e mintiéndote cada instante apoyada a tu cuerpo fornido.
Imaginándote a tu amiga
Tu amiga, muere por ti.
Contra tu piel se amontonan los puros sentimientos incorregibles.
Y si se puede corregir en este camino, tampoco querrá.
La luz personal alumbra en giro a vuestro ser.
Eres como su elixir de razón.



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