lunes, 29 de noviembre de 2010

Humilde mujer que aguarda mi regreso, que acaricia las sábanas donde me acosté, que adora el sonar del timbre de mi vuelta, ojos brillantes como los rayos al arropar las nubes, debe cesar la ida, debo volver al hogar.
La hoguera acariciar, quemarme las yemas de los dedos para saber si esto es la realidad
Abre las ventanas mi cielo
Todo resplandece como la última vez
Los nudos de mis puños se relajan al verte tocar mi piel
Las maletas son colgadas en el portal
Y yo te propongo, un no me marcharé jamás 

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