sábado, 19 de febrero de 2011

Amor precioso.Amor sin predestinar. Amor adueñado de la libertad.
Se unen las estrellas, se besan los letargos, tú y yo en medio de la aurora del que pasará después.
Si los segundos nos acompañan en este viaje, doblemos la esquina y superemos sus expectativas.
Porque ni en una segunda o tercera se amará como en la primera.
Basta con que abras la ventana y te tiren flores, todas iguales, olorosas, llenas de cariño e ilusión, y la de vosotros, la del tallo torcido, la del pétalo flácido, la que huele a amor en todo su poderío restando importancia a los defectos, esa, es la de verdad. Esa, es la rosa más hermosa del jardín.
Ahí, sí vale la pena arriesgar. 
Tirar la moneda, que caiga en cruz cuando debe ser cara, aportar algo que se aportó hace tiempo, descubrir los factores del romance engañoso, y por fin, entreabrir los ojos de los demás, de ti, de él.
De que, por una vez, te mire, te susurre que lo comprende y aún así permanezca abrazado a tu cintura como la manta de tu noche y el escudo de tu día.

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