En este mundo descontrolado, bebí del desmadre de las calles, de las lujurias diversas que inventan cada día.
Del destrozo de lo que fue y ya no es, de lo que dicen que es la felicidad.
Y ya nada puede pararlo, ni siquiera puedo echar el freno, y si lo hago, acabaré en grasa simultánea,
en las criticas continuas de los hombres.
Así bien, mejor sentarse a ver pasear a los que hoy no se les han partido las piernas, a los que mañana las sentirán desfallecer, a los que, un día de estos cualquiera,verán la puesta de sol como un reclamo a lo hermoso que dejaron pasar, al mundo ido y que no volverá, a la suciedad que hemos desprendido, a las personas tal y como son.
A las maravillas con forma de masacre que conservamos en el corazón. A nuestra formada y cambada forma de ser.
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