sábado, 5 de febrero de 2011

La princesa se seca las lágrimas
Asimila la marcha de lo que ama
La partida de un final, de algo que se va para no regresar
Con valor, vuelve a cubrir su velo en la penumbra del castillo
Ella es dueña de sus riendas, no de las de él.
Mira al fondo, ve su caballo cabalgando a lo más lejos que pueda huir.
Él encima, sin lágrimas en los ojos, espeso en su totalidad
Se olfatea carmín, se acerca lo hermoso de vivir y lo terrible de recordar
Con los pies en tierra sensible, con plomo en ellos, armados de debilidad 

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