La princesa se seca las lágrimas
Asimila la marcha de lo que ama
La partida de un final, de algo que se va para no regresar
Con valor, vuelve a cubrir su velo en la penumbra del castillo
Ella es dueña de sus riendas, no de las de él.
Mira al fondo, ve su caballo cabalgando a lo más lejos que pueda huir.
Él encima, sin lágrimas en los ojos, espeso en su totalidad
Se olfatea carmín, se acerca lo hermoso de vivir y lo terrible de recordar
Con los pies en tierra sensible, con plomo en ellos, armados de debilidad
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