domingo, 13 de febrero de 2011

A lo lejos, se huele a sal marina entre esas casas viejas en la fachada y jóvenes de recuerdos adentro.
Las gaviotas son el sonido de aquellas tardes en alta mar, jurándose amor para pasar a una rutina peculiar y esperada en los dos.
No hay que decirse adiós, solo sentarse entre las rocas y decirse lo que nunca se dijo, lo bello del corazón tímido al hablar, lo bonito de entre las cenizas resurgir. Lo maravilloso de volverse a enamorar.

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