miércoles, 2 de marzo de 2011


Acostaba en esas rendijas de la lejanía el desesperado corazón
Volvió en un mundo distinto, paralelo lleno de sueños
Tuve el valor de preguntarle que le pasaba, por qué estaba ausente, por qué de repente rió conmigo.
Di media vuelta, quizás tenga razón, puede que el corazón halla caído de un árbol para que nos lo comamos, lo devoremos y si de verdad nos ha gustado presumir de ello, repetir ese fruto.
Pero como cada cosa, cada alimento, cada sentimiento
Existe esa maldita fecha de caducidad, a no ser, que cojas su semilla y la vuelvas a plantar.
Pero eso no depende solo de ti.
Ahora el dolor acompaña cada sonido, imagen, recuerdo, persona, que gira en mi entorno, ahora.
Sabes que no amarás como en el primer intento, que él se lo llevó todo de ti, hasta tu último aliento de amor.
Pero las cosas van de la mano, y si te la han quitado y has tropezado, otra volverá a cogértela.
Ya sé porque aquella persona rió, supo que la vida es indecisa, que las palabras se confunden en engaños, que los arrepentimientos se hacen tardanza, que las súplicas se convierten en palabrerías.
Hasta que un día entiendas que no sirve la pena sentarse a contemplar la vida, su vida.
Sino que tienes que vivir la tuya.
No ames, no llores, quiere y déjate llevar.
Sigue la marea, que te traerá un bote para surcar hacia una isla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario