miércoles, 9 de marzo de 2011

Ella comienza a correr, ellos han soltado su león interior, necesita rugir de furia y confusión en lo alto de la claridad.
Nunca supo hasta ahora el sentido del remover las cosas, de la decisión correcta con su faceta contraria.
La herida cicatriza, se abre una rendija de emociones casi ni visibles pero notables con tan solo un toque.
El pecho bombea latitud sin frenos.
Sus ojos se han fijado en una meta, en una mano haciéndole cosquillas en el estómago, en una boca sensual y pegaba a su moflete, a alguien que nació para compartir parte de sus días con su presencia.
Para siempre o una promesa que no se cumplió, pero que se dijo.
En la lejanía escribe versos besados al aire, con el nombre anónimo que desea.
No sabe donde está, pero si no le ha buscado, deberá encontrarle cuando el mundo caiga sobre sus hombros.
Al fin y al cabo, las sorpresas o regalos no vistos son los más notables a lo largo del tiempo.
Ella corre, derrapa y acelera. Como debe continuar si una historia se fulmina a la mitad.

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