viernes, 22 de abril de 2011

Cuando enredó sus brazos sobre tu pelo, cuando tocó tus labios, lo demás se paralizó.
Sus pasos dejaron huellas en lo más hondo de tu pecho, el amor coloreó tus ojos.
Una historia, otra próxima, y otra.
Con ese protagonista desapareciendo y viniendo.
Te preguntas el motivo del por qué te hacen perfecta en una sábana y te ignoran por la calle.
Lloras por sus gestos de confianza perdida en el viento.
Por un amor que es un sobrenombre.
El real: pasajero, temporal, pasión.
El único que dominó zarpó de tu isla. Hasta que, una barcaza llena de tesoros que creíste posados en la arena del fondo del mar, acarician tus manos.
Si la corriente se lleva el mérito. 
Te devolverán algo mayor hacia tu espalda.
Invisible para los ojos, disimulando entrar y hacer hueco en tu corazón.



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