lunes, 4 de abril de 2011

" Recuerdo aquel típico día que te conocí con tu típica sonrisa de par en par entre los labios.
Nunca llegué verdaderamente a interesarme por tu nombre hasta que me lo susurraste por el oído como una canción de amor.
También solía mirar como caminabas, parecías tan inocente y cordial.
Jamás aseguré que me enamoraría de ti, te veía demasiado frágil por si un día me iba como de costumbre.
Pero las cartas de mis manos volaron y de un beso las patas de la mesa se pusieron del revés.
El jugador tiró los dados y decidiste hacer trampas para que el resultado fuese temporal cegando mis ojos.
Ahora sigo paseando por la misma avenida donde me abrazabas con frío, con calor o con las palabras de amor y el aliento en mi cuello.
Una vez señalaste al cielo de una manera patética y encantadora para mí, me dijiste que te ilusionaste con un romance nada más verme y que como unos niños salidos de un cuento fue vernos y enamorarnos. Ahí supe que los nervios que colapsan la cabeza lo manda el corazón, el mío latiendo por ti.
Así fue sucesivamente, día tras día, en mi casa al levantarnos y al acostarnos, en el parque en frente del lago y mis gafas de sol sobre tu cabello, en la playa recorriendo las olas con tus labios sabor a sal, con el teléfono encendido en todo momento y con promesas en mi cerebro que deparaban todo lo que hacía.
Hasta que en aquel instante, te quitaste la careta y regresaste a la orilla de donde naufragaste con una barcaza y un sitio vacío, conmigo en la arena aguantando las lágrimas y viendo como partías sin opción e un ramo de rosas decaído por la ventolera.
Esa tarde aprendí a reír con una penuria vital, con un castigo mandado por Dios.
Esa tarde conocí la cara oculta del amor, de esa que tanto veía y temía sentir, de la que me aventuré por ella y no me arrepentí.
Será que todos tenemos a alguien para uno, para quererle,colapsar el tiempo con su llegada, olvidando lo triste y lo bonito de los demás y sin importar nada, tirar las frases que decíamos antes de vivir lo que vivimos.
Igual que al emigrar, migraremos a otras sábanas y cuerpos donde nada será lo mismo, donde olvidaremos en una noche y amaremos el pasado en dos.
Hasta que echen los frenos sin importar lo que opine tu corazón y cierren en banda tus sentidos hasta volver a renacer de las cenizas que quebramos alguna vez.
Hasta que ciertamente nos demos cuenta que cambiamos por las personas,por dejarnos llevar y asumiendo que es inevitable.
En un mundo de débiles, hasta el más fuerte tienta a serlo."

Terminando el cigarro, apaga sus pensamientos y aspira el olor de la almohada.
Soñoliento de hambre de sensaciones, esquivando las penurias dejadas atrás.

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