viernes, 26 de agosto de 2011

Amores que van de la mano, compañeros que se besan, felicidad ficticia que se cree eterna
Agarres de brazos, sonrisas hacia ojos que te miran, un camino formado con terrenos sin construir.
Gritar miles de creencias y terminar con la palabra feliz.
Tantos destinos y tan duraderos en el corazón, hasta que la realidad los toma y los deja ir.
Personas que conviven con otras porque tienen claro que querer, otras  que lo dejan pero se confunden, y otras, se hacen fuerte en la distancia y todo es distinto al volver.
Muchas manos que apuntan al cielo se paralizan cuando llega la noche, muchas tienen miedo y la esconden, los dedos se congelan. La mano que dabas se evapora.
Las ilusiones por amar serán tantas como sonrisas en momentos de volver a estar en si.
Pero el amor se escribe con cuatro letras, cuatro unidas y perfectamente encajadas, armoniosas al pronunciar y fáciles de soltar.
El tiempo lo aumenta, lo finaliza, ocurre el darse cuenta de que es un sentimiento.
No una emoción.
Tanto vacío, tanta alegría, tan poco y tanto. Pero solo uno o el destinado que te haga aún más fortalecer, sin darse cuenta, te mostrará aquello que tenías que ver.
Ese cariño que no es normal, esa situación que es tan increíble que hace de la lujuria el adjetivo de patética.
Esas frases de promesas que un día te suenan a comedia, a amor.
Ese para siempre que se da sin predecir su venir.

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