Me hacía daño, lloraba de lo que me dolía, todas las habladurías sobre la vida dieron un parecer al mío.
Llenos los pies de oscuridad, caminan sobre negro.
Y te conocí.
Llegaste sin destellos, quizás caminaste a mi lado sin darme cuenta.
De reojo, atrajiste lo que perdido se encontró
Me quisiste tocar, darme un beso, de belleza mía hablar.
Confesaste, que tú tampoco sabías nada de esto, que las experiencias nos dotaban de saberes innecesarios, carentes de madurez.
Tras esas revueltas, llevé todo mi aliento a la comisura de tu boca.
No supe ahí, que fue un mayor acierto cuando callé el pensamiento del error.
Pues, desde ahí, me das algo que sobrepasan las palabras, que callan las luchas internas, las tonterías que eran depresiones y, pase lo que pase no paras de guiar mi cuerpo hacia tu sol.
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