sábado, 18 de febrero de 2012

Observa la posición de sus manos
Rígido, cautivado por el ambiente
Con miradas fijas como excusa
Tiene miedo de perder este juego, de perderla
Quisiera agarrarle de la mano, o eso expresa su mirar
Tener la seguridad de que entre tantos cambios, lo certero existe, un para siempre es posible
Ella, entre difusión y algo de frío, roza sus dedos con los suyos
El fuerte los sujeta, la respuesta a lo que se temió era así.
Sonríe, le mira
Lo quiere. Lo quiere por su manera de ser. Lo quiere con cualquier camisa, con cualquier corte de pelo, lo quiere como nunca ha querido a nadie, lo quiere de noche, lo quiere de día
Lo quiere en bromas, lo quiere en serio.
Lo quiere cuando están solos, cuando están por encima o debajo del mundo.
Nunca ha dejado de quererle, lo quiere delante de cualquier otro parecer que cautivó su corazón.
De la mano, lo besa
Une sus labios y aprieta las yemas de los dedos contra su piel
Sabroso sabor, gustoso momento.
Porque aunque todo pueda ir mal, aunque se presenten en su puerta las torturas  de cabeza, le está queriendo. Y él, se vuelve valiente para demostrar, demostrarle, que el amor nunca ha dejado de existir, que uno se creó especialmente ella y su forma de vivir. 
Haciéndola en ese instante y en cualquier otro, feliz.
Y en ella, sin que él lo sepa, formar un sentimiento mayor que le transporta a un cielo superior, donde poder darlo todo para satisfacer sus pensamientos y alegrar a la emoción, se dice para sí.

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