domingo, 26 de agosto de 2012

A veces, las personas fingimos el dar o no dar importancia a diversas cosas.
Muchas de esas veces, no tenemos la necesidad de llorar, pero sí la de abrir los ojos
Lloramos y lloramos en exceso pero cuando faltan lágrimas, las derramamos en pesares a través de miradas
En ocasiones, creemos no importarle a nadie, hasta que mediante gestos, pequeños detalles e incluso sonrisas de admiración, se dan cuenta.
Pero, me pregunto, no les ha pasado alguna vez, ¿qué quién más os importa, menos te da importancia?
No se sabe el motivo ni el por qué, pero en la vida, las personas vienen, se sientan, conversan con tu destino y se van.
Es un proceso bastante extraño, es inevitable cogerle cariño a algún pasajero.
Aunque en el fondo de nuestros corazones, uno siempre tiene una diminuta esperanza...la de que aparezca alguien que se quede contigo, que te coja de la mano y el día en el que cierres los ojos y dejes de respirar, siga dándotela.
La vida es un vaivén de momentos e instantes
Y hay circunstancias que pasan porque tienen que pasar
No hay que darle vueltas
Lo que se va, no tiene que volver, solo desaparece y deja que algo nuevo aparezca
Y puede que el corazón extrañe lo que está ausente o no volverá.
Pero supongo, que las heridas se cicatrizan de verdad, que un día dejas de sentir la soledad que un día era alegría.
Como la vida misma, que cuando está triste, saca su mejor cara.
No permitas que tu personalidad y por lo que te recuerdan el día que dijiste tu nombre por primera vez, se esfume.
No dejes que el dolor te encierre
Y sobretodo, no limites tu capacidad de hacer cosas o de soñar, todo está a nuestro alcance si creemos que podremos afrontarlo y que alguien a quién queremos y amamos, nos ayuda a hacerlo.

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