martes, 31 de diciembre de 2013

Querido 2013

Año de cambios, año de caídas y superaciones, año de olvido y de amor.
Otro año se va y otra historia vivida en 365 días se marcha.
Se marcha y no volverá.
No vuelve pero se queda en nuestros corazones, con todo lo bueno y lo malo del camino aprendido.
En mi caso, este año ha sido cambiante, ha sido especial.
2013, no sé que decirte.
¿Gracias? Tal vez.
He saboreado la vida como debe saborearse, sin dejar nada descuidado.
He cerrado páginas que debieron cerrarse hace mucho tiempo.
He conocido gente que me ha devuelto la sonrisa y con las que he reído sin parar, con ganas de más.
He conservado amistades que considero parte de mi propia familia, como hermanos.
O, sin ser tan cercanos, perduran en mi corazón.
También se ha ido gente a la cual nunca olvidaré.
Gente que me alegraba el corazón cuando estaba desolado.
Gente con la cual lloraba de risa y daba consejos que pocos pueden dar.
A todos los que estuvieron y no volverán, y a los que están y no se irán, gracias.
Este año me ha permitido darme cuenta de tantas cosas, de pensar en frío lo que en caliente hace que circunstancias y lazos se destrocen. 
He admirado la ciudad más bella del mundo, a la cual sé que si puedo, viviré. París, amada y adorada París.
Es importante no olvidar que todo puede desvanecerse, que cualquier relación que se quiera puede salir adelante.
Que el verdadero amor llega de cualquier forma y de manera distinta a cada persona.
Que los sueños sólo pueden cumplirse si ponemos de nuestro empeño y no dejamos de creer en ellos, aun cuando no queden fuerzas.
He dado pasos agigantados sin darme cuenta. Y, me enorgullezco de ello.
Y, le he tendido la mano a esa persona, que escuchándome me ha rozado el brazo.
Me ha sonreído y me ha dado fuerza para seguir esperando.
Esperar lo bueno de la vida, caminando y sin exigir nada, pues protestando por aquello que nos falta solo conseguiremos crear un vacío donde caerán los sentimientos más valiosos que poseemos en este instante.
2013, pensándolo mejor, gracias.
Gracias por darme la oportunidad de abrir los ojos cuando necesité hacerlo.
Por darme la seguridad suficiente para empezar otro año llena de ilusión.
Llena de una emoción realmente maravillosa: la fuerza.
La fuerza de los sueños, de los deseos y del esfuerzo para, pasito a pasito, llegar a la superación de uno mismo.
Adiós, querido 2013 fue todo un placer.

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