miércoles, 21 de mayo de 2014

Tú que situada en un sólo lugar viajas en sueños a otros.
Tú que tan tímida te muestras grandiosa.
Tú que todo lo gris lo vuelves luz.
Tú y todas tus partes, de cualquier forma, te alzas así:  hermosa, sin oscuridad.
Recorrerte entera, saborearte, olerte, escucharte fluir.
Mirarte cada día y poder amarte como la primera vez que te vi...París.
Oh París, mi París.
Todo lo que sin mostrar, muestras.
Todos los secretos que se observan y se escuchan en un bar, en una calle, en un monumento o tan sólo escuchar el río en tus orillas...
Te aman, te aman de forma solemne.
Realeza, luminosidad, belleza, arte...todo lo regalas, todo lo das.
Mundo de mundos:  mundos de los enamorados que pasan por pasar,  de los que cuelgan candados en tus puentes y  arrojan la llave al mar, de los que se sientan a contemplar horas y horas las maravillas del arte francés, de los que se acuestan en las orillas de tu río a verte amanecer y atardecer, de los que se sientan en un banco a hablar, de los que se enamoran de tu gastronomía, de los que se toman un café al lado de la Ópera National...
Lo quiero todo de ti, ¿se puede uno enamorar de una ciudad?
Mal de amores, hechicera y bruja de corazones, te echo de menos mi París...
Tú que existes para impresionar, para disfrutarte y para volverse a enamorar...
Así eres tú: de tanto, haces aún más.
Ciudad de la luz, no dejes de brillar jamás...
Que de alguna manera te alzas en el universo de aquellos que enamoras con verte quieta, pasar...

Bea Morales

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