domingo, 30 de noviembre de 2014

Efímera aquella emoción que soñó con hacerte el amor y se quedó en un sueño húmedo.
Doloroso aquel recuerdo que sin llover se derrama por las calles como gotas de agua sucia.
Confuso y extraño lo que todos entienden como tiempo venidero, de transición para algo mejor.
Y si pudiera elegir, me quedaría con el instante donde todo pudo cambiar, donde dos personas enamoradas compartían la ilusión totalmente nueva y reluciente como dos adolescentes pero que en realidad, eran niños.
Humano aquel sentimiento que desconocido se hizo cotidiano en mi interior, el cual todo el mundo 
conoce con el nombre de amor.


Bea Morales Fdez

domingo, 23 de noviembre de 2014

No se necesitan motivos para los intentos.
El ser humano es el animal más débil de todos: nos escondemos en la grandeza de las cosas que producimos y aún así tememos cualquier rasguño que ocasiona la vida.
Y en esa debilidad latente nos empequeñecemos con el tiempo, y crecemos en imaginación y sueños.

Bea Morales Fdez

jueves, 20 de noviembre de 2014


Instante de calidez perdida, donde se camufla el invierno astuto, esperando florecer.
Lluvia dulce que sin sabor, empapa cada sentido que se seca rápidamente.
Mundo irónico y superficial, lleno de penurias con esperanzas de ser alegrías.
Momento implacable aquel que sin haber surgido, nace de repente y se sella mediante un beso de almas que vuelan por la vida.
Abrazo matador, asesino; que te devuelve a la vida.
Fallecer y reencarnarse, paradoja del destino.

Bea Morales Fdez

sábado, 8 de noviembre de 2014

Ella temía la oscuridad, tenía miedo de caer en las tinieblas sin poder regresar a su hogar.
Era impulsiva, era pasional, idealista y perfeccionista.
Y de tanta perfección, lo oscuro la alumbró.
Cayendo por precipicios desconocidos, no le importan los golpes, las heridas que sangran, todo el dolor que siente su cuerpo...
Lo único que le importa es que la calidez del pálpito por la boca se marchó.
No le quedan excusas, ni motivos.
No le queda absolutamente nada, sólo llorar en la oscuridad.
De pequeña soñaba con castillos enormes y príncipes en la puerta.
Fue creciendo y, se dio cuenta de que los príncipes no existen y los que desean serlo, también se enamoran.
Rompiendo corazones y quebrantando almas, una culpa deseosa por abrazarla la sujetó.
La asfixió y la mató.
Resucitó pero no a los tres días como quien merece vivir.
Caminó por lugares llenos de vida, contempló sonrisas relucientes que sin esperarlo, iban dirigidas a ella, le regalaron un corazón...
Pero, dicen que los muertos pierden la memoria; y el alma, que se echa a volar a otra dimensión...
No pudo dar más de sí misma, no pudo comprender ni pudo dar lo mejor que pudo haber dado alguna vez.
Haciendo daño, ella sangraba y abría heridas pasadas que se juntaban con las presentes.
La gente la observaba y con cierta penuria, la intentaban levantar...
Ella, fuera de sí, a un lado mirándose a sí misma, se levantaba sola y decía: "Tranquilos, estoy bien".
Y esa tranquilidad que la camuflaba, al llegar a casa la dejaba en soledad.
Doliéndole el alma, no terminaba de resucitar.
El pasado no le dejaba avanzar, la culpabilidad la ha hecho prisionera siempre.
¿Cómo puede amar esa mujer?
Ella convive y vive resistiendo, intentando vencer las lágrimas.
Intentando caminar sin pensar.
La vida no siempre trae cosas buenas, a veces mata en vida.
Y cuando te ha matado, vivir no siempre es la meta para avanzar.
Ella temía la oscuridad, y temiéndola, vive dentro de ella.
Llorando por miedo, sola ha de vencer sentimientos, emociones, recuerdos...que tal vez, nunca pueda superar.
Que tal vez, acaben matándola de verdad.

Bea Morales Fernández