En el frío de la madrugada el calor del sol lo encontraba en la curva de tu sonrisa. En tus cariñosos abrazos y en el gozo de los cuerpos. La prisión que quema y mata es aquella que en la soledad te asfixia. Recordándote que lo que más has amado, no volverá a amarte. Recordándote que su piel, pertenece ahora a otros dedos, y quien sabe a cuantos.
Bea Morales Fdez
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