domingo, 21 de junio de 2015

Reír como medicina para el alma

Ríe. Ríe acomplejada, sobrecogida y algo temerosa de seguir riendo. Ridiculizada, sale a escena.
Todo preparado, la iluminación a punto y la gente expectante. Todos esperan lo mejor de ella y aún así, saben que el fracaso es inevitable. Respira hondo y sigue riendo sin parar, ríe tanto, que las lágrimas se entremezclan con las carcajadas inverosímiles.
La vida es el espectáculo más paradójico, inesperado, puñetero y espeluznante que se haya podido ver, y cuando todas las miradas están puestas sobre ti, solo hay que saber manejar la situación y ponerte a bailar sobre las exigencias, las excusas y los malos pensamientos. Nada es para siempre y hay finales que no llegan; y esperar una cosa u otra es dejar de vivir, es pararse en medio del acto y destrozar todo lo que ya tenías hecho. Qué es la vida sino un primer, segun y tercer acto de una obra apasionada, enamoradiza, mortífera, triste y esperanzadora. Y ella está en el centro de atención temporal, y cada mirada puesta en ella resbala entre su piel sudorosa por todo el esfuerzo que conlleva salir ahí y hacer como si nada. Pero sigue riendo, y no parará de reír aunque llore o la cólera haga acto de presencia, este es su momento y nadie puede arrebatárselo. Esta es la parte de la función donde improvisa, y no hay mayor dicha que dejarse llevar por uno mismo, inventando guiones y recorriendo la tarima como quiere, como nunca debe hacer y como sea necesario para superar lo que esté por venir. Hoy ella es el teatro de miles de obras que pasean por las butacas, hoy ella es la improvisación más hermosa que deja boquiabiertos a todos los que se atreven a juzgar que los sueños, meras ilusiones son.

Bea Morales Fdez 

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