martes, 14 de julio de 2015

Como una tempestad le arrastran los recuerdos hacia un ahogamiento más que evidente; siempre le ha amado, siempre lo hace. Él era ese universo que colapsó y dejó la única estrella que brillaba en el firmamento como un alma solitaria. Sus manos eran la tierra que ella respiraba y besaba, y él no era consciente de que cada noche los pensamientos de ella se trasladaban a sus paredes para verlo dormir. Él. Él y ella. Ella y él. Ella.
Y ahora que la gente camina y no observa al pasar, ella se siente observada por ojos imaginarios que traspasan su piel y escuchan su corazón, ese que late simplemente. ¿Latir sin emociones es sano? Ella no comprende que la luz del túnel no está por el camino donde él la espera, porque siendo un brillo más que notable, se oscurece a cada beso, a cada caricia y a cada te quiero.
Un amor que siendo de dos, se ahoga en el vaso que uno bebe, que él bebe.

Bea Morales Fdez 

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