domingo, 26 de julio de 2015

Ella lo destruye todo, arroja los momentos contra la pared y llora llena de impotencia. Ahora sí, pero dile donde estabas antes. No es justo que vengas, te cueles dentro de sus pensamientos y la hagas dudar. No tienes derecho porque nunca estuviste cuando te necesitó, cuando solo quería que le dijeras que todo estaría bien y que sólo necesitabas un poco de tiempo. No tienes derecho a dejarla marcada de esa forma, de atravesarle el existir y desvanecerte entre las sombras. Nunca la miraste cuando intentaba superarse a sí misma para ti, nunca la observaste cuando bailaba con la desolación sin ni siquiera saber bailar. Sólo le besabas el vacío y te la follabas mientras ella te hacía el amor. No tienes ningún derecho a romperla en dos nuevamente, de hacerle pasar por el calvario de un mundo sin la persona que no la sujetó ni una sola vez. Dile dónde estabas cuando la amabas en silencio y la veías sola, llena de sueños ilógicos pero que en su aura tenían sentido, dile dónde estabas cuando te cansaste de darle la espalda y aprendiste que el amor es más que el esfuerzo de un corazón. Nunca estuviste y nunca estarás porque le enseñaste que ella debe extrañarte así, ausente. Y es esa ausencia la que la abraza en la oscuridad del día y en la luz de la noche, es ella la que le hace creer que un día cambiarás, que esta vez te arrodillas ante la culpa y besas todo lo que admiras de sus gestos, defectos y virtudes; y es ella la que no tiene derecho a pedirle nada, tú te largaste estando aquí, tú la perdonaste odiándola y tú la abandonaste cuando estabas tan loco por ella que no te pudiste ver sin lo que teníais.
Dices amarla pero dicha mentira ya ha cogido consciencia de su falsedad, aunque la invada en cada gota de sudor al navegar entre sueños y pesadillas. Eras el amor de su vida, y por ese motivo, la vida se apoderó del amor que nunca estuvo, que nunca estará. Porque como apareciste, desaparecerás y te irás por el camino que te sabes de memoria. Sin objeciones, sin rencores, falso como todos y verdadero como pocos.

Bea Morales Fdez 

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