miércoles, 28 de octubre de 2015

Y comienza a nevar. 
Los cuerpos desnudos de esos dos amantes tiritan en la oscuridad y titubean por no saber si rozarse con un abrazo o esquivarse como meros desconocidos. Hace tiempo, el sol brillaba tras sus espaldas y trepaba por sus músculos calando sus huesos. Hace mucho tiempo, en las estaciones más frías el hogar parecía verano, y la cocina contenía los olores de la primavera. No obstante, la nieve se lo llevó todo a su paso con una fuerza descomunal y sin represalias. Nunca había nevado sobre sus cabezas, pero los copos de nieve se revolvían en sus cabellos como si se les fuera la vida buscando una salida. La selva de sus amoríos llenaban de olor exótico las paredes de cada habitación, y los gemidos se escapaban tímidamente de aquellos labios que gritaban de júbilo en silencio. 
Pero... ahora solo nieva. 
Nieva y vuelve a nevar. Así hasta que ninguna estación fue capaz de perdurar vida. Así, hasta que ellos dejaron de acostarse al no encontrar motivos para sentir el verano en la piel y la primavera en el capó del coche o en la encimera de la cocina. 

Bea Morales Fernández 
Quieres llorar. Intentas sucumbir a la esperanza pero la tentación de la melancolía te supera. Sentado ante un espejo te preguntas qué elecciones fueron correctas y cuales no; meditas en dónde pudiste equivocarte a lo largo de tu vida y en dónde acertaste. Miles de cuestiones con escasas respuestas.
Sentado, de pie, acostado, corriendo, asfixiado, follando, llorando, riendo...momentos de un mero instante de dicha que queda grabado en nuestra mente  como una cinta de vídeo en el televisor. Solo necesitas arrodillarte ante la desolación para que te susurre que sólo dolerá un poquito, aunque ese poco sea en demasía.

Bea Morales Fernández 
La carcajada de la incredulidad me limita a la hora de cerrar puertas que debieron derrumbarse hace tiempo. Todas las emociones se ríen a mi costa, perdida entre lo que creí real comprendo que no volverás, que se acabó. Y llego a la conclusión de que siempre fui la idiota que acariciaba tu piel como si de la octava maravilla se tratase; besándote sin prisas mientras esquivabas amarme, mientras la insuficiencia se disfrazaba del tiempo y me encerraba en esperanzas moribundas. Esperanzas que mueren a mi lado, conmigo, despertando lo que está por venir y aún no conozco. 
Bea Morales Fernández

domingo, 25 de octubre de 2015

Los caminos de la vida no surgen de elecciones fáciles. Todo gira ante nuestros ojos y muchas de las veces nos olvidamos de quienes somos entre tanta vuelta. Los días pasan y pasan, y uno no entiende diversas situaciones por mucho que el tiempo viaje, envejezca. Pero es entonces cuando hay que comprender que las cosas deben fluir solas, dejando que las ráfagas de emociones dolientes y dichosas nos envuelvan para que lo que duela se cicatrice y lo que cueste deje de ser un imposible: dejar atrás. Fuiste y serás la cicatriz más dolorosa de mi vida, la que sangra con un mero raspón y la que tiene una forma fea aunque la situación por la cual se produjo es digna de recordar. Y tal vez esa es la clave, no sucumbir a recuerdos, sino que estos chispeen sobre nuestros hombros cuando estemos preparados para asimilar que lo que se tuvo no está y que eso, no es tan malo como parece. 

Bea Morales Fernández 

jueves, 15 de octubre de 2015

En medio de una etapa de transición, tú eres la realidad más bonita que acaricia mis incertidumbres.

Bea Morales Fdez 
Sé que no es fácil, que tal vez el imposible ciegue a la esperanza a veces. Sé que soy una cabezota, que me cuesta dar el brazo a torcer y que lo que me importa en demasía lo suelo reducir a la mitad. Sé que no soy perfecta y que muchas veces te digo que no podré serlo jamás. Pero es en ese instante y en todos esos momentos cuando tú me miras y me acaricias el rostro como si nada pasara, como si realmente no te estuviera rompiendo el corazón aunque sea así. Y es en ese segundo, mientras nuestras miradas se cruzan, cuando sé que pase lo que pase todo estará bien si estás a mi lado, conmigo.
Y, aunque sabes que mi corazón no es del todo tuyo, tú me abrazas en medio de la oscuridad y te metaforizas en el paraguas de mi tétrica lluvia de fracasos. Aunque no sepas que pasará mañana, hoy me aprietas junto a ti juntando mis trozos rotos que no saben si volverán a amar, que tienen miedo de encontrarse con el pasado o con sus propias inseguridades.
...

Pero entonces, beso a beso, me desentiendo de lo que conozco y sólo desnudos consigo encontrarme. Y mientras creo que sólo estamos pasando el rato y consumiendo las ganas, tal vez en el fondo sé que si te miro en el proceso de desabrochar almas y desabotonar esperanzas perdidas te querré, porque tal vez nunca has sido una estrella fugaz y siempre hemos estado haciendo el amor bajo una tormenta que con tiempo se disipará y saldrá el sol. Y saldrá cuando nos pongamos la ropa y juntos, sepamos que lo que cuesta es lo que merece la pena y que por ello aunque hayamos sufrido estamos aquí, tú conmigo y yo contigo.

Bea Morales Fdez

jueves, 8 de octubre de 2015

Inquietudes

Hoy es el entierro de emociones sumisas,
que surcando mares inexplorados viajan
hacia el centro de la tierra donde muertas,
resucitan en razones más que necesarias.
Destrozado, maltrecho, casi sin aire,
abandono el encuentro de mi "yo" más certero,
pues quiero ser pirata para robar tesoros no encontrados,
sentimientos inimaginados, y rebeldías sonámbulas.
Quiero ser la ladrona de mi propia vida,
y la exploradora que realmente no conoce nada de sí.
Quiero ser la escritora de lo que me de la gana,
no necesitar amar para ser amada, ni dejar que me amen
si no soy capaz de sentir lo mismo.
Quiero ser la capitana de mi realismo mágico,
la ilustrada que vuelve del romanticismo más puro,
a la razón más exacta.
No quiero pensar en lo que puedo ser, sino en conseguir lo que aspiro a tener.
No quiero mentiras, deseos violentos ni impulsos irracionales.
No me quiero así, realmente quiero lo que todavía no sé.
Realmente quiero ser la que aún nadie conozca, la que todavía no sepan predecir,
la que se deje llevar, la que sin ser niña, sea una mujer con un Peter Pan dentro.
Quiero ser la poeta del viento, la que sin quedarse en un sitio fijo
sea inolvidable para quien aspire mi aliento.
Hoy me cuesta pero me satisface dejar atrás lo que no quiere irse,
hoy,
no tengo miedo.

                                                                               Bea Morales Fernández


viernes, 2 de octubre de 2015

La rabia trepa por las esquinas del alma y se cuela en el subconsciente haciendo todo más claro y a la vez más complicado. Y sé que si sólo me hubieras querido la mitad de lo que te amé, me hubieras hecho la mujer más feliz del mundo. Hoy solo queda el enganche a la droga de tu nombre, y como una maldita yonki intento comprender cuando me perdí tras tus pasos, cuando tomaste el control y me diste vueltas sin cesar en la duda de saber si realmente me querías. Hoy solo me quedan trapos sucios y platos rotos sobre los que camino haciéndome daño, y mientras tú sabes como seguir porque siempre me hiciste tuya sin darme tu pura esencia. Nunca fui suficiente porque no fuiste capaz de abrir tu corazón de verdad, nunca lo fui porque lo que amabas de mí era mi aspiración a lo más alto y no mis dudas, infortunios o lo que soy un día cualquiera. Ni los besos, ni los buenos días entre caricias, ni mi amplia sonrisa al verte te bastó, tenías que absorberme completamente, y ni siquiera cuando cada parte de mi ser estaba reptando hacia ti pudiste recogerme y amarme como sentías en el subconsciente. Porque aunque me absorbiste, me mataste en vida, me enganchaste como si fueras una obsesión...tú también me amaste, a tu forma pero lo hiciste. Y sólo por ese motivo me duele tanto que sepas continuar con tanta facilidad quedándote con las excusas que encuentras tiradas por la habitación, mientras yo me muevo por impulsos cagándola pero sabiendo que lo que más he amado fue lo que soñaba que teníamos sin tenerlo. Porque así es, mi amor, nadie jamás lo entenderá pero tú eras el sujeto de mi imaginación y el sufrimiento carnal; y yo solo fui algo apasionado que te consumía, que te sacaba de quicio pero que sabes dejar ir aunque tienes el arte de ser paciente porque siempre sabes que vuelvo, que no soy capaz de hacer esto sin ti. Y por eso hoy sé que no volveré, hoy me duele asimilar que esto será duro, que el camino no es de color de rosas, y que tú podrás escalar una fortaleza que mi experiencia no ha sido capaz. Tú eres el vencedor que habiéndome amado avanza, y yo la perdedora que escribe lo que nadie podrá explicarte con palabras, la que debe desintoxicarse de una relación donde teóricamente éramos dos pero nunca fuimos uno, y esa era la clave que nunca ejercimos.

Bea Morales Fdez