miércoles, 28 de diciembre de 2016

El alcohol pide confesión

En un silencio completamente ruidoso recuerdo que he olvidado lo que es rozar mis labios con temerosa emoción; tras respirar el aire superficial del perfume seleccionado por las murallas del corazón de las personas sé que lo que me parecía tan fácil antes... ahora es complicado.
Besar sin cariño, rozar manos sin sentimiento, mirar fijamente y llenar el vacío con indecisión y así cada vez que se persiguen pasos de nuevas sombras, todo gira caóticamente perfecto. Hasta a ti que antes te amaba incluso cuando no te tenía o mientras estaba entre sábanas con otros sueños...ya no te amo, ya no siento nada.
Sé que mi corazón está tan roto que nadie podrá recomponerlo nunca pero yo también quiero amar, yo también quiero sentir que merezco la pena mientras beso con pasión, toco con cariño y río de felicidad cuando, tras tanta soledad entre cuerpos, entiendo que nunca fue tarde y que simplemente necesitaba tiempo.

martes, 8 de noviembre de 2016

A veces me pregunto por qué no estás aquí acariciando mis dudas e inseguridades; en otros momentos me planteo el porqué te dejé ir si la unión hace la fuerza y nosotros éramos débiles en ausencia; en muchas ocasiones escucho a mis temores rasgar el cristal que me resguarda del frío abismo; pero ya no me das la mano y ya no siento tu calor, siento el sabor de nuestro primer beso pero no recuerdo el motivo por el cual estabas conmigo ni yo contigo, y tal vez sea mejor así, que en instantes me sea difícil avanzar pero que en otros me recomponga desasiendo lo que fui contigo. 

Beatriz Morales Fernández

jueves, 27 de octubre de 2016

Tragedia francesa

La nocturnidad muestra dos almas que se complementan en locura y que duermen en camas separadas llenas de lejanía, de recuerdos pertenecientes a la incertidumbre del abismo nocturno. Unión de cuerpos enajenados, elixir de besos con cierto sabor francés, en sus heridas profundas arde el fuego de lo prohibido y el infierno que complementa su poesía. 
Ahí van dos malditos, les dirán, mas nadie entiende realmente el valor de lo que se tiene, aún con la sensación de huida en el ápice la lengua, si no ha sentido ese dolor dichoso que te sumerge en las palabras y te permite crear un arte poético grandilocuente, pues el artista se hace cuando lo que entreabre su boca es la reflexión.
Al final, su poesía no solo estuvo en versos navegantes que surcaron la historia literaria, sino en la profundidad que tiene probar la dicha que erróneamente engancha al gusto; y en amarse más a sí mismo tras, primeramente, regalarle mundos desinteresados al amante, al cual lo llevan a amar de forma carnal o en nostalgia maquillada de recuerdos. 

Verlaine y Rambaud. 
Rambaud y Verlaine. 
Dos universos en un mundo con imposibilidad de síntesis, dos corazones que se buscan en lo incierto.

Beatriz Morales Fernández 

martes, 18 de octubre de 2016

Veneno en forma de "te quiero" barato,
sentimientos encubiertos de orgasmos,
idealización cegadora, 
realidad macabra.

Amores de un instante 
que parecían de por vida,
deseos concretos en el baúl 
de lo que carece de importancia.

Ruido acosador ante la soledad necesaria,
oscuridad aterradora que baña el alma,
desgarros de ilusión 
ante promesas fracasadas. 

Ganas de amar y ser amada,  
pero mejor hacer poesía,
algo menos inefable parece, 
permite colorear la grisácea esperanza.

Beatriz Morales Fernández 

martes, 11 de octubre de 2016


Mientras el gozo musical taladra las paredes, mi desasosiego se pierde en la multitud; surcando cuerpos, observo ojos que no miran a nada, mentes que no piensan en nada, juventud que no vive lo que es realmente la vida. Víctima más, comprendo que querer a un cuerpo es amar el cadáver de la persona ausente que despertó otras ganas en ti pero que quedaron en cenizas desperdigadas. Ahora es cuando realmente entiendo que los fuegos que se encienden no se apagan nunca, pues se quedan anclados en otros sitios por miedo a hallarse solo. 



Beatriz Morales Fernández 

Las luces de la ciudad en su nocturnidad son más hermosas cuando dejamos que sean nuestras ganas las que recorran cada calle y su historia; ¡hoy suena tan bonita la fuente que acaricia la espalda de la Catedral de Santa Ana!
Prosigo mi camino y me pierdo en las esquinas donde seguramente tú te encuentres pero en otro lugar; y me pregunto como estarás, si la vida te trató bien, si puedes convivir con la melancolía molesta que a veces empapa de frío y muchas otras te acalora en la desnudez de tu esencia. Hoy me pregunto muchas cosas pero, sobre todo, saboreo la cuestión de si de tanto preguntar, nos hemos olvidado de vivir allá donde se nos ha permitido juntar los pedazos rotos que tanto nos negamos a recoger. Así que hoy tendrás que perdonarme porque voy a dejar las preguntas a un lado y voy a ordenar este revuelo caótico y surrealista que ha empapado mis días en una neblina difusa que se sujeta a mis talones.
Hoy me voy a permitir el lujo de no pensar, de vivir por mí, luego hoy voy a quererte más que nunca, pues me abrazo a la nada contigo, tú allí y yo aquí, tú desde lejos y yo desde tan cerca, tú presa de mis idas y venidas, yo buscando algo que no consigo hallar: paz. 

Beatriz Morales Fernández 

domingo, 9 de octubre de 2016

Mientras me acaricio la mente con memorias obsoletas, me dieron ganas de abrazarte y tocarte el cabello como si morir significara aspirar todo lo que constituye tu ser. Mas cuando ya no miras ni hacia atrás ni hacia delante, yo sigo en perpendicular a tender mi mano sobre la tuya y beberme cada lágrima perdida por una sonrisa de tus fauces, esas que devoran mis tardes en trances sin sentido y que se comen las esperanzas de tener lo que nunca se sostuvo porque solo en mi cabeza se construyeron mundos vanos y gloriosamente arruinados.

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 7 de octubre de 2016

Una mañana temprano, te alzarás y contemplarás la somnolencia en tu rostro; te preguntarás que día es, qué hora, qué te deparará la jornada; prepararás algo ligero para silenciar tu estómago y comenzarás a marchar de la mano con el tiempo y su insaciable prisa. Esa mañana tras vestirte, asearte y atarte los zapatos, volverás a la cama y le acariciarás el pelo mientras tus labios en un hermoso y silencioso descenso rozan los suyos, le susurrarás la cantidad de tu amor y la plenitud inundará la habitación antes de salir. Y mientras la has rozado, hablado, amado, abrazado, comido...no te acordarás de mí. 
Mas, muy a mi pesar y en el fondo tiernamente agradecida, sé que si el olvido se hospeda en nuestras memorias, si te llena la existencia, sabré que esa es la forma más bonita de recordarme. 

Tu felicidad; la mía. 

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 5 de octubre de 2016

Practico el abandonismo
desde que los pétalos de mi vida 
comenzaron a caer sobre una inefable,
infame y dura desesperanza.

Practico el abandonismo
desde que los trozos de mi alma
se dispersaron
con el devenir de las cosas. 

Beatriz Morales Fernández 

martes, 27 de septiembre de 2016

Regreso a la ruina

El regreso a lo cotidiano conduce al olvido todos aquellos instantes donde la vida resurge en otros labios, mas hoy me olvido de tu identidad para poder entender que si no te quedaste no fue por amor a otros brazos, sino por una monotonía construida y solidificada que mantiene tu interior caliente. 

Y, al final, eso es lo que más vida te quita.

 Mientras el exilio te espera arrinconado por la ilusión verdulera, yo sé y siento que comencé a medio quererte desde la primera sonrisa; mas el otro medio no pudo ser por las ansiosas ganas que fueron calladas y que duermen ligeras en un sueño quizás eterno pero tristemente obligado. 

Y tal vez, cuando ella te mire, recordarás mi mano cálida deslizándose entre tus dedos, nuestras grandes sonrisas ante lo nuevo, o los besos con sabor a salitre que nos dimos como un recuerdo instantáneo lleno de nostalgia. 

Beatriz Morales Fernández 

martes, 20 de septiembre de 2016

Tejo con las yemas de los dedos un abrigo hecho de las excusas que siempre golpeábamos contra la pared; lágrima a lágrima, un nuevo océano nació entre nuestros dedos de los pies y abrigándome con ese nuevo ropaje de textura maldita, me congelo de cintura para abajo para abandonar un bosque que talabas con la lengua, mientras que el resto de mi cuerpo arde por pensar en todo lo que nos quisimos y en cuanto énfasis pusimos para romper hasta lo que nunca tuvo forma. 

Beatriz Morales Fernández 

lunes, 5 de septiembre de 2016

El arte de la fotografía



Adoro fotografiar con los ojos
todos los versos que compongo en silencio
mientras me desvistes en recuerdos.

Me encanta tomar fotos de todo tu cuerpo
cuando viajo entre memorias obsoletas;
navegando entre tus mares
mientras el presente pinta las paredes de tu pasado.

Mediante susurros no pronunciados
te digo que te quedes conmigo
a pesar de haberte alejado
y haberte ahogado en mi silenciosa agonía.

Al final, no hay lágrimas palpables en las fotografías,
pero sí instantes que se quedan en un podría haber sido mejor
si el amor no me vistiera con el inconsciente dolor,
si amarte no significara romperte en dos el corazón.

Beatriz Morales Fernández 




domingo, 4 de septiembre de 2016

Al final todo se resume en un sí pero no acompasado de un toma y daca; en un beso robado en un abrazo deseado; en una posesión a la fuerza mientras proclamamos un amor libre; y con la palabra sin ti resbalando entre los labios, cuyo significado real es "contigo".

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 5 de agosto de 2016

Caer en pedazos.

Sangras sin heridas visibles, te ahogas en un vaso vacío.
Soledad siniestra, miedo atroz.
Quieres sostener lo que consideras real pero entre tus dedos se resbalan las ganas.
La palidez como maquillaje y el sufrimiento como ropaje.
Caer con roturas, con huesos rotos, con la carne descompuesta.
Todo contra ti en tu cabeza, abrazos vacíos que no percibes.
Nada, todo, nada.
Muerte muda, vida sin vitalidad.

Caer en pedazos, entre llantos silenciosos y esperanzas desvanecidas.

Caer.

Solamente caer.

Beatriz Morales Fernández 
Uno debe aprender a convivir consigo mismo 
y a enfrentarse a sus propios demonios. 
Esos que te decoran las paredes de tu existencia 
y te pintan la felicidad de un tono grisáceo. 

Uno debe saber que esos demonios nunca se van, 
se hospedan en el silencio del olvido 
hasta que irrumpen en el sonoro instante de plenitud. 

Abundan en la estancia cuando te asfixias en recuerdos y, 
como si nada,
te asesinan una y otra vez mientras las lágrimas caen sobre tu impotencia.

Uno debe aprender a sobrellevar la carga que el camino te va tirando encima, 
sin olvidar que, aunque intenten matarte,
como un fénix hemos de renacer entre nuestras cenizas,
entre nuestra media vida muerta y la otra media que sobrevive al dolor. 


Beatriz Morales Fernández 

lunes, 1 de agosto de 2016

Hay soledades que se tiñen de gris tras lucir pintorescamente; 
hay destinos entre dedos señaladores y manos entrelazadas; 
hay sombra detrás de la luz;
 hay amores que viven cada vez que mueren; 
y luego estás tú, 
la enfermedad que camufla mis carencias y el puñetazo que me rompe el alma.

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 27 de mayo de 2016

Love is in the air

Todos buscan amor. 

Unos lo buscan en la variedad de sábanas y curvas para huir de la soledad, erróneamente denominada "pasar un rato divertido sin compromiso" entre los jóvenes y maduritos modernos. 

Otros lo buscan entre abrazos al llegar del trabajo, con un beso tímido y una caricia en la espalda para suavizar las dificultades que tiene la vida.

Algunos lo hallan entre recuerdos y melancolías mientras de fondo se escucha a Joaquín Sabina. 

Algunos otros lo buscan a cuatro para no mirar al sujeto que soluciona parcialmente su dolor. 

Varios lo palpan pero no se atreven a asumirlo, pues se sienten cómodos en la indiferencia sentimental más falsa posible. 

Hay quienes no lo buscan porque aman todo lo que hacen y todo lo que dicen.

Hay quienes no lo necesitan porque les sobra en entidad personal.

Hay quienes lo tienen delante de sus ojos pero miran a través del cristal de otros recuerdos ajenos a su presente.

Hay quienes lo observan a través de la ventana, acariciándose el miembro y mirando a la chica de enfrente entrando a la ducha; u observando al chico que llega sudado del gimnasio.

Hay quienes lo saborean en libros.

Hay quienes se lo topan cuando han perdido la posibilidad.

Hay quienes aman todo lo que no sea lo establecido.

Hay quienes aman más la palabra amor que el hecho en sí.

Hay quienes aman a través de Internet.

Los hay que, cuando aman, lo sienten de verdad.

Y hay quienes no aman, no por carencias afectivas ni por miedos traumáticos, sino porque simplemente no se quieren a sí mismos.

Beatriz Morales Fernández 



Más, siempre más

Nos enamoramos más de la opción a enamorarse que de la persona que aspira a ser nuestro acompañante de vida.

Nos follamos más a nosotros mismos mientras el sexo ocupa el centro de atención del acto que de la persona a la que nos estamos follando.

Nos centramos más en nuestras respuestas que en las preguntas que nos plantean. 

Nos llama más la atención el consejo que daremos que el escuchar las dudas de las personas que nos lo piden. 

Nos llama más lo cómodo que lo que requiere arriesgar, pensar, sentir, escuchar, estudiar.

Nos encantamos más con el precio que con el gesto.

Nos imaginamos más haciendo cosas que ejecutándolas. 

Nos ignoramos más a nosotros mismos, a nuestro interior; que a los rumores e insultos que nos deprimen. 

Nos separan más de lo que nos unen.

Nos manipulan, nos acomodan, nos balancean en un columpio inevitablemente roto. 

Nos hacen mirar más hacia un lado que de frente.

Nos deshumanizan más cada día, nos abandonan a nuestra suerte, nos distraen en obviedades y olvidamos el sentir de la vida y del mundo, el sentir que mueve la Tierra: nosotros mismos, nuestras ganas de amar lo que hacemos y lo que podemos hacer con un poco de esfuerzo.

Con un poco de mucho.   

Con más sentir que pensamiento.

Con más amor que raciocinio. 

Con más posibilidad que verdad.

Con más unidad que separación.

Con más, siempre con más.  

Beatriz Morales Fernández 



Siempre fuiste la excepción. 

El frío de la incertidumbre se apagaba en la hoguera de nuestros cuerpos; las llamas ardían y dejaban un humo transpirable para que, masoquistas, perpetuáramos en aquel segundo. Tú, la piedra certera y previsible con la que tropezaba, siempre me pedías algo que jamás te pude ofrecer: la ilusión. Y tal vez ese fue nuestro peor error, el saber que tras saciar las ganas venía la guerra que dejaba todo lleno de trozos rotos. Aún así, rutinariamente, siempre me sujetabas contra ti y me susurrabas que el amor todo lo puede, que todo pasará; y mientras tú preparabas tu siguiente paso, yo te clavaba un puñal lleno de besos, lleno de amor. Pero siempre volvía a por otra paliza más, a por otro saco de boxeo donde explayar mis dudas y pesadillas. Moría y buscaba más, derramaba todo mi dolor en tu inconsciencia y lloraba sin lágrimas sobre tu insomnio. 
Así te amé hasta que un día, cuando me desangraba de quejas, te vi con distintos ojos. Hasta que, sudados tras rompernos el alma y el cuerpo, te miré y vi a un hombre que teme dejar ir algo que no le hace feliz pero que le hace sentir que no está solo; y a una mujer que persigue más el sueño de algo idílicamente masoquista que lo que realmente siente.
La excepción.

Siempre lo fuiste hasta que dejaste de ser algo para convertirte en un recuerdo que nocivamente sana.

Mi excepción...aquella ya ignorada entre otros quehaceres denominados posibilidades de vivir.  

Beatriz Morales Fernández

jueves, 26 de mayo de 2016

Llueve en el salón del conformismo. 

El mundo continua borracho de apariencias y drogado de pereza mientras yo sufro por ser parte de este juego hipócrita aunque con los ojos bien abiertos. Quisiera alcanzar lo que mi mirada observa tras el cristal, palpar las emociones y creer que la esperanza no es un capítulo más del libro de los sueños. 

Diluvia en el dormitorio del pasotismo. 

Me desvisto pensando en cómo podrían ser las cosas si cada persona pusiese su grano de arena, si todos le pusiéramos ganas. Y, desnuda, me mezclo con el agua para desaparecer por un instante y ser un pedazo de lo inefable, de lo que puede ocurrir si se hicieran las cosas con el corazón. 

Beatriz Morales Fernández 

domingo, 22 de mayo de 2016

Quisiera abrazarte y sentir que vas a estar a mi lado, que todo el dolor que me has hecho pasar servirá para tenernos de nuevo con una fortaleza insuperable. Y mientras te busco entre los silencios, te hallo sentada bajo la resignación buscando un milagro que nos haga volver a empezar. Tú siempre estás a mi lado aunque casi no puedas sujetarme entre tus alegrías. Me proteges del frío que produce esta sociedad deshumanizada aunque, sin embargo, por dentro titirites congelada por no hallarte en casa. 
Me miras, te miro, y nefastamente nos perdemos en la ausencia de los recuerdos. Es inevitable rendirse pero te niegas, me aprietas fuerte y me asfixias de melancolía. 
Muriendo sin aire pasan por mi mente todos los momentos en los que me sentí viva; todos los instantes en los que fallé y acerté; todos los sueños que dejé por el camino o los que se sujetaron fuerte a mi espalda; todos los amores que nunca pude amar en completa desnudez emocional; todas las palizas de la autosuperación...y tú siempre ahí, ausente y cercana a mí. Pero prometo no abandonarte por mucho dolor que compartamos, por todo lo que se nos pasa por la cabeza y por todo lo que nos hace mantener vivo a nuestro gélido de corazón...esencia mía. 

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 11 de mayo de 2016

La impotencia irrumpe mis sueños, la incapacidad corrompe mi alma y la soledad, fiel consejera, me advierte de los sucesos repetitivos que se acontecen. Desaparecer con la instantaneidad y columpiarse en el quizás como método de escape mientras nieva sobre las emociones. Lo que has vivido no se puede borrar y la repetición de un suceso te moja los pies hundiéndote aún pudiendo respirar. Abrazas las ilusiones desvanecidas y patéticas del corazón y ni siquiera sientes su calor, no queda donde hospedarse y, tranquilamente, pierdes la calma.
Aviso, peligro de muerte, una crónica poco anunciada pero sí muy sabida empapa los cristales del alma y se sujeta fieramente, la nada está de nuevo en su hogar, muerta de frío tras tanto tiempo en el umbral.

La nada, mi beso de Judas, la camisa que nunca puedo desabotonar.

Beatriz Morales Fernández

martes, 3 de mayo de 2016

Identidad

Piso mis latidos como si se tratasen de hojas secas desperdigadas por el suelo, corriendo entre pensamientos recuerdo cuantas veces grité en silencio; cuantas veces creí en la divinidad que hacía posible lo imposible; cuantas posibilidades barajé para poder estar con la persona que devoraba mi sentir; cuanta esperanza deposité en la melancolía; y cuantas razones me inventé para seguir creyendo que la vida era más que un sueño entre tímidas pesadillas. Uno va creciendo y con el paso del tiempo se da cuenta de que lo importante no es como obraste sino como ocurrió, como elegiste un camino en vez de otro y como las variantes nacieron de esas decisiones rápidas o costosas que tuvieron que llegar. Uno poco a poco se va dando cuenta de que la magia de vivir se encuentra en no pensar en que hay que valorar cada segundo, simplemente hay que experimentarlo y evaluar con el paso de los días si valió la pena mediante los resultados. 
El amor es propio del ser humano que cree que se puede empezar tras un final, tras un adiós sangriento que nunca termina por cicatrizar. Y el egoísmo es característica singular de los que creen que alguien sanará la herida que otra alma dejó sin necesidad de esforzarse en soledad y enfrentarse a los miedos que fueron creciendo en el silencio del griterío y su pasado. 
Piso mis dudas como si se tratasen de ramas flácidas arrastradas por el viento del invierno y me adentro en misterios que me golpean la seguridad nefasta, la cual me arresta y me transmite un miedo atroz para dejar ir, y es ahí cuando miras atrás y ves que todo consiste en crecer, en entender que los recuerdos son fotografías movibles en la estática memoria, en respirar el aire tóxico y puro que ondea tu destino, en tirarse a la piscina sin pensar en si habrá agua o no, en aprender y no intentar rectificar lo que roto no puede volverse perfecto. Corriendo sin mirar atrás me lloran los ojos por la violencia con la que amo lo que ya no está, me abandono en el ruido que tapona el aire en mis tímpanos y quiero gritar que se acabó, que no sé el qué debe acabarse pero hasta ahí debe llegar, y concluyo con mirarme al espejo instantáneo de lo que fui para explicar por qué destrocé mi futuro por errores que suceden y quedan en huellas de las que hay que rectificar; me miro y me observo, entendiendo que no se puede luchar si no arriesgamos todo en ello; me miro y las respuestas cifradas golpean mi cabeza, y así hallo lo que estaba buscando: la duda, la posibilidad de hacer las cosas de forma diferente en una vida incierta que puede acabar en cualquier segundo. 
Mientras el tiempo no frena por ser una invención del hombre, la cual derrapa como éste en un sinsentido agobiante, miro todo lo que he amado y lo que me amó, y lo agarro de forma inefable para después empujarlo con suavidad hacia el devenir, hacia lo incierto, hacia un camino que queda detrás de mí mientras continúo mi viaje por mi vida, llena de posibilidades que enfrentar, saborear y adentrar para formarme, para ser lo que siempre deseé: alguien que aún no se conoce, alguien que se conoce cada día un poco más. 
No es tarde. 

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 27 de abril de 2016

Imposibilidad posible

Voy a devorarte. 
Voy a besarte y olvidarás tu nombre y procedencia. 
Te vas a enamorar de cada momento y no querrás abandonar este lugar vacío y frío porque el corazón se calienta unos minutos antes de dejar pasar por la puerta al invierno, el que siempre te acoge y te hace el amor cada noche. 
Te prometo que por un instante voy a amarte, voy a hacerte sentir que no podrás ser de nadie más cuando la concepción de la posesión vuelva a envolverse con el amor romántico. Y por eso me extrañarás, por creer que algo que no fue de ninguno, era cosa nuestra. 
Te arrodillarás ante la desolación, y pensarás que viviste la mentira más hermosa porque así mis labios lo susurraron. 
Te preguntarás cómo y por qué el motivo se volvió en una nefasta consecuencia, pero el problema radicará en la inocencia del no saber,  en la idea de que por haber amado demasiado una vez, dejé de sentir esa emoción por alguien, con la consecuencia de que todo el que entra en mi ilusión acaba por ser una foto más del álbum de mi indiferencia. 
Así que... ven. 
Ven y hazme creer que estoy viva para que cuando la muerte me atraiga hacia si, te haya hecho sentir la dicha de romperse el corazón en mil pedazos de la forma más bella: creyendo que esto era posible. 

Beatriz Morales Fernández 

domingo, 17 de abril de 2016

Te veo.
Te veo lejos y, sin miramientos,
temo perder lo que aspira a desaparecer.
Somos vulnerables por la emoción
que trepa sobre nuestros muros,
y, como un latigazo, susurra...
Susurra que ni yo soy para ti,
ni tú serás para mi realidad una verdad.
Jodidamente, así es el amor.
Y tú.
Y yo.
...

Y tú y yo
jugamos al escondite aun a sabiendas
de que ya nos cogieron por la espalda.
...

Te veo y, sin pretensiones, te recuerdo
en la luminosa oscuridad y en la oscura esperanza que,
en silencio, atronó al momento en que nos dejó cuerdamente sin sentido.

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 30 de marzo de 2016

Aráñame las entrañas y muérdeme el miedo. Sedúceme con valentía y fóllate mi miedo, mi temor por amarte más y morir. Susúrrale a la melancolía que siempre fue tuya, que éramos capaces de odiarnos amándonos porque todo es posible en el amor. 
Dime desde cuando te importa que mi desnudez sea el único conocimiento de la felicidad que has tenido en tiempo; dite que es tu reflejo el que imagina que somos otras personas en otro lugar donde los prejuicios no nos señalan. Dime que, en el fondo, me tienes muy adentro, que la calidez que sale de ti es pensando en como te miro cuando estás vulnerablemente en cuerpo presente pero con la mente en mi piel, llena de heridas que provocas por amarme locamente como nunca has querido. 
...

Al final, lo único que nos queda es nuestra debilidad porque así ha querido el camino que sea ante mi fortaleza insostenible, y lo único que se me ocurre cuando imploras en silencio tenerme, es meditar sobre por qué realmente eres mi capricho más nefasto, mi adicción letal y mi droga viciosa. 
...

Mientras las palabras se quedaron por el pasillo y las ropas en el salón, solo consigo decir sin aliento y locamente enamorada de tu superficialidad: 

 -Penétrame el aliento y hazme gemir de vida.

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 16 de marzo de 2016


¿Quieren saber cuál es el problema? Fácil. El problema radica en que la gente se deja llevar por lo que dicen los demás sin tener ni idea. Ahora es más fácil juzgar y criticar en vez de ponerse en la piel de los demás. Ahora todo se dice bajo el anonimato o a la espalda sin atreverse a ir primero o, incluso, posteriormente a la cara. Es sencillo reírse de los demás, y la cuestión es desde cuando esta sociedad es así de falsa, hipócrita y criticona. Ahora no vale el darle la oportunidad a alguien para explicarse porque eso no tiene morbo, porque así no se puede asombrar uno e ir a todo el mundo a contar suposiciones.
Sí señores, hoy en día la verdad más absoluta es el rumor. Y qué triste es ver como hay personas que se suicidan por bullying, gente que llora en sus casas por la presión que sufren. Y yo me niego a ser como la mayor parte de esta sociedad de mierda, así lo digo. Me niego a reírme de nadie, a escuchar solo una versión o a no aprender de mis errores.
Me niego rotundamente a joder a alguien para entretenerme, porque esto ocurre desde que la vida se ha vuelto demasiado "aburrida" para aquellos que creen que el entretenimiento radica en la emoción de la crítica, señalización o de dejarse llevar por lo que diga la mayoría. 

Sinceramente, prefiero ser de una minoría que tiene amigos de verdad antes que ser una más de ese montón que disfruta de los placeres y de la vida solos porque, sí lectores, el que se ríe y critica realmente se está juzgando a sí mismo en su nefasta y olvidada soledad, la que no se cura hasta que le haces frente.
Buenas tardes.

martes, 15 de marzo de 2016

Hoy es el mañana del ayer.
...
Con esa idea clara, me sumerjo en los adentros más insospechados de la melancolía mientras el dulce balanceo del columpio que cuelga de tus labios me permite despedir lo que no se quiere ir, lo que besa mis temores y lo que le hace el amor a mis dudas, eternas como las emociones que transmitimos a aquellos que temen olvidar para poder recordarse en silencio.

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 4 de marzo de 2016

"Aceptamos el amor que creemos merecer" 

Esas son las palabras exactas que describen sus ojos, y son las verdades conjuntas que contemplo en esa persona. Las malas experiencias de la vida se juntan con los golpes psicológicos que camuflas en un no pasa nada, todo está bien o lo estará, me quiere, y entre tanta mezcla de pasiones y deficiencias, tu alma llora sobre la mía en la indiferencia. Deseo tu felicidad por encima de todo, por eso espero que abras los ojos y observes lo que yo veo, que explotes de rabia, de impotencia, de dolor...y admitas que, aun estando en la perdición, lo tienes todo a tu alcance para volver a empezar de cero. 
Las nubes negras se tornan grises para dar paso a la lluvia de quejas y réplicas, muchas de esas personas que sufren ese ciclo atmosférico emocional, dan paso a la lluvia y a la visualización de un paraíso idílico que se acompaña, nuevamente, de nubes negras; pero también hay veces que sale el sol, que tras la lluvia una luz de muchos colores roza el mar y la vida, y tú puedes ser esa vida que se salve. 
No es fácil mirarte como yo te miro, gritarte en silencio las verdades como yo lo hago, desplomarme de pie y con una sonrisa ante ti...sin embargo, el amor, sea del tipo que sea, es un tesoro, y cualquier tipo de cariño puede sobrepasar cualquier obstáculo si somos fuertes para contribuir con fuerza y comprensión a las personas que amamos en sus peores momentos, visibles o no. Me quedo con eso, con permanecer a tu lado abrazándote en la lejanía, y no abandonándote a la suerte jamás. 
Ahora y siempre, en las buenas y en las malas, por y para siempre, contigo hasta el final, contigo hasta el fin. 

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 26 de febrero de 2016

Irónico el destino que nos une con un lazo medianamente suelto pues ni yo te siento mío, ni tuya quiero ser. Y es así como dices amarme, besándome y creyéndote que hoy seremos el uno para el otro.  Sin embargo, aunque tu lengua derrame fervor ardiente mezclado con emociones dominantes, me perteneces en cuanto a las debilidades del corazón y esa es la nefasta conclusión que cae entre tu ropa.
Sentada en el sillón del inconformismo observo los dibujos de tu espalda y todas las historias que recorren tu piel llegando a la síntesis de que eres hermoso ante mis ojos, e indiferente cuando te vas.

Beatriz Morales Fernández 

sábado, 6 de febrero de 2016

Alma sin alas

Alma cohibida, perdida, nefasta,
atracción fatal, amor incondicionalmente evocado al fracaso.
Caminos dispares, personas que vienen y van.
Dolor abrazador, impertinente, eterno, latente y fiel.
Ya no queda nada a lo que aferrarse, la ceguedad abruma a la luz,
necesitas lo que perdiste pero no recuerdas cuando y donde ocurrió.
Nada ni nadie podrá entenderte nunca, 
y no hay nada más triste que amar lo que ya no recuerdas.
Te tientan acciones que no tienen camino de vuelta,
pero nunca lo intentas, no eres capaz de dejar ir lo que ya no se quiere quedar.
Y cuando parece que encuentras la dicha, se te va de las manos.
La soledad la cargas a la espalda mientras sonríes a los demás,
y cuando creen en ti, en que podrás conseguirlo, tú sabes que no.
Recuerdas la vida que tuviste y comprendes que las oportunidades de cambiar
se quedaron atrás.
Así es el ser humano, capaz de amar y sentir en un segundo, y perderlo todo en otro.
Mucha gente quiere verte caer, y caes. Te deslizas entre nefastas memorias y otros te juzgan
sin conocerte realmente.
La injusticia te marea y te provoca alucinaciones.
No puedes hacerlo, no sabes seguir, todo está perdido y así te sientes en este momento,
divagando entre mil destinos sin capaz de decidir por ninguno.
Sabes que solo eres capaz de hacer daño, y que cuando alguien te quiere, lo destruyes.
Y todo por una sencilla razón, la más devastadora de todas: tú ya estás roto.
Roto sin poderse arreglar, roto en un lugar que no es tu hogar, roto tan joven. 
Te sientes mayor sin apenas haber vivido cosas con emoción,
tantos enemigos que te quieren ver destrozado,
y no puedes con tanto, y por eso quieres que los tuyos no sigan tu camino.
Quieres para ellos un mundo mejor, uno que no mate sus ilusiones y sueños; como le ocurrió a tu alma sin aliento,
sin vida, sin amor, sin alas. 
Beatriz Morales Fernández 

martes, 19 de enero de 2016

Sentir y perdurar en el intento

Siénteme.
Abrázate a mí ahora, cuando lo necesites, siempre.
La vida nunca te pondrá en bandeja la felicidad, debes levantarte de los tropiezos más dolorosos para comprender lo que te impide avanzar. Nadie va a responder a tus preguntas aunque solo necesites que te digan que pase lo que pase todo estará bien. No todos tienen un pasado fácil, otros crecen rodeados de amor y cariño y eso les da un plus a la hora de dejar ir los errores que el camino nos regala sin ser tiempos de obsequios. Pero independientemente de la situación en la que vivas, no olvides que tú eres el capitán de tu mundo y el mar que te rodea son los recuerdos que debes controlar para llegar a islas desconocidas y ser feliz, lo desconocido te da una oportunidad para empezar algo nuevo, pero también hay que saber crecer en donde un día fuimos niños. Lamentarnos por el camino que hemos tenido nos hace resbalar en la misma historia una y otra vez; muchas veces te dirán que no eres bueno, que lo que dicen de ti importa más a lo que eres hoy, te susurrarán que serás incapaz...y muchas veces tendrán razón y caerás. Y caer es sinónimo de crecer, de ignorar lo que no es necesario, de darte cuenta de que agradar al prójimo nos llena pero no nos cultiva saber en nuestra intimidad, pues agradar no es ayudar. Ayudar sí te hace humano, te completa e, incluso, te regala enemigos. Pero haciendo autocrítica, ¿de verdad la opinión ajena importa?
Abraza a tus seres queridos, llénalos de amor, sonríele al fracaso y enamórate de lo que no te conviene si tú crees que, pese a todo, te hace feliz. Ninguna persona puede domarte y quien se deja consiente que le quieran como desgraciadamente espera. Los conocidos vienen y van, los amigos caminan a tu lado largo tiempo e incluso eternamente, la familia es para siempre y los compañeros de una vida a veces se quedan la mitad pero te sacian hasta tu último suspiro.
El ser humano es complejo y por ello lo sencillo se metaforiza en lo intangible, las excusas determinan nuestros pasos y el llenarnos de odio nos complica el vivir.

Por eso hoy te pido que me abraces porque sé que lo necesitas. Hoy te pido que recuerdes que no eres perfecto y es así como te adoran: con todos tus trozos rotos y las virtudes que das a pesar de la inmensidad de complicaciones que llueven sobre ti. Hoy abrázame querido lector y deja que mis palabras acaricien las penas que muchos lloran y otros intentan esconder. Hoy deja ir lo que ama quedarse y aprende que la maldad y la bondad se determinan según la mirada que lo juzgue. Aférrate a los tuyos y vive. Vive de verdad, sin prejuicios bajo la manga ni críticas en la punta de la lengua...¿podrás?

Cruel destino y maldito mundo, nos decimos al espejo cuando lo vemos todo perdido. Tú permites que la crueldad te oscurezca el alma y la maldición se vuelva supersticiosa. Permítete llorar y sonríe a posteriori, pues creo que la sonrisa más hermosa es aquella que está llena de esperanza.

Nada será como antes cuando todo se desmorona pero qué sentido tiene la existencia si solo permitimos que el ayer sea lo más importante que tuviste, di mejor que en un álbum llamado pensamiento tendrás una gran cantidad de recuerdos plasmados de importancia para toda la vida, pero que por supuesto aún te queda mucho por vivir, aún mereces ser feliz.

El perdón es el abrazo silenciosamente más reconfortador del mundo. Perdónate a ti y no a los demás, perdónate el vivir como has vivido pero sin arrepentirte de nada, pienso que es la manera más humana de sentirnos libres.

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 13 de enero de 2016

La otra cara de la existencia

La huella que dejan los pasos de las personas que se cobijan en tu corazón son imborrables, hay pesos casi imposibles de sobrellevar y hay amores realmente surrealistas. La lluvia, ya no como fenómeno atmosférico sino como metáfora, cae sobre la ciudad de tus fracasos más queridos y comienzas a balancearte, empapada, sobre los trozos rotos. Te preguntas cómo y por qué, y solo el quizás sobrepasa la oscuridad y te aclara ciertas calumnias.
 Caminas y te tropiezas una y otra vez, y cuando miras hacia un lado ves a multitud de personas con rodilleras y con una sonrisa en la cara; y es ahí cuando observas más detenidamente y entiendes que no todos tenemos una vida fácil y que la facilidad de vivir es un milagro de los que han nacido bajo una cultura más abierta que rancia. Los problemas con los que te lavas la cara frente al espejo son quebraderos de cabeza que aún ni han podido plantearse niños que lloran por no tener ni un alimento que llevarse a la boca en algún lugar de un mundo tedioso y clásicamente moderno. No somos buenas ni malas personas por naturaleza, tampoco somos santos que obraremos siempre mirando por el porvenir externo, pero está de nuestra mano contribuir al mundo dándole una sonrisa de fortaleza, que no de ánimo banal, para mejorar a cada paso y así aportarle a la existencia algo más que una vida aburrida, típicamente típica, y de problemas sin importancia. 

Beatriz Morales Fernández 

sábado, 9 de enero de 2016

Nadie entenderá lo que comprendemos por su falta de cohesión y nuestra falta de entendimiento. Nada podrá igualarse porque la locura del dolor que toca a nuestra puerta dejará marcas como ninguna otra huella puede hundir su emoción. El surrealismo se cansa de la realidad y lo coherente desconecta de lo incierto y se hospeda en el devenir del tiempo y de las cosas. Así, el alma se sienta en el andén del quizás y los trenes pasan sin parar porque nadie levanta el pulgar para subirse a una nueva travesía. El mundo explota en quejas y la sordera de los altos cargos besan nuestras quejas personales, y al final tanto lío se queda bajo la almohada y solo somos capaces de reaccionar cuando un cuerpo externo se acuesta con nuestras debilidades. 
Por qué tanto para qué si siempre acabamos eligiendo lo que queremos hasta que, de repente, ya no es suficiente.

Inconformismo, sexo banal y muchas excusas. Así transcurre la vida en el tráfico de los sueños. 

Beatriz Morales Fernández 

viernes, 8 de enero de 2016

Entre tanta rienda suelta he llegado a la conclusión de que lo que tenemos es lo que menos queremos por miedo a encontrar lo que verdaderamente andamos buscando. 

Beatriz Morales Fernández

viernes, 1 de enero de 2016

La reflexión que da pie al nuevo año

Y entonces entiendes que el problema no está en las decisiones que tomes sino en la importancia que le das a las opiniones. Entonces comprendes que cuando cargas con un pasado obeso, no puedes dar pasos ligeros. Y así llegas a la conclusión de que lo importante será siempre luchar por tus sueños, conseguir lo que quieres y luchar contra uno mismo, porque ese es el peor enemigo que la vida nos puede brindar.
No todo se debe regir en un mismo lugar, el mundo es amplio y nunca es tarde para hallar la paz donde queramos sin limitaciones y sin dejar que nos sujeten los peros y los miedos. La niña de ayer debe mantener su esencia pero dejar paso a la mujer de hoy. 

Beatriz Morales Fernández