miércoles, 13 de enero de 2016

La otra cara de la existencia

La huella que dejan los pasos de las personas que se cobijan en tu corazón son imborrables, hay pesos casi imposibles de sobrellevar y hay amores realmente surrealistas. La lluvia, ya no como fenómeno atmosférico sino como metáfora, cae sobre la ciudad de tus fracasos más queridos y comienzas a balancearte, empapada, sobre los trozos rotos. Te preguntas cómo y por qué, y solo el quizás sobrepasa la oscuridad y te aclara ciertas calumnias.
 Caminas y te tropiezas una y otra vez, y cuando miras hacia un lado ves a multitud de personas con rodilleras y con una sonrisa en la cara; y es ahí cuando observas más detenidamente y entiendes que no todos tenemos una vida fácil y que la facilidad de vivir es un milagro de los que han nacido bajo una cultura más abierta que rancia. Los problemas con los que te lavas la cara frente al espejo son quebraderos de cabeza que aún ni han podido plantearse niños que lloran por no tener ni un alimento que llevarse a la boca en algún lugar de un mundo tedioso y clásicamente moderno. No somos buenas ni malas personas por naturaleza, tampoco somos santos que obraremos siempre mirando por el porvenir externo, pero está de nuestra mano contribuir al mundo dándole una sonrisa de fortaleza, que no de ánimo banal, para mejorar a cada paso y así aportarle a la existencia algo más que una vida aburrida, típicamente típica, y de problemas sin importancia. 

Beatriz Morales Fernández 

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