sábado, 6 de febrero de 2016

Alma sin alas

Alma cohibida, perdida, nefasta,
atracción fatal, amor incondicionalmente evocado al fracaso.
Caminos dispares, personas que vienen y van.
Dolor abrazador, impertinente, eterno, latente y fiel.
Ya no queda nada a lo que aferrarse, la ceguedad abruma a la luz,
necesitas lo que perdiste pero no recuerdas cuando y donde ocurrió.
Nada ni nadie podrá entenderte nunca, 
y no hay nada más triste que amar lo que ya no recuerdas.
Te tientan acciones que no tienen camino de vuelta,
pero nunca lo intentas, no eres capaz de dejar ir lo que ya no se quiere quedar.
Y cuando parece que encuentras la dicha, se te va de las manos.
La soledad la cargas a la espalda mientras sonríes a los demás,
y cuando creen en ti, en que podrás conseguirlo, tú sabes que no.
Recuerdas la vida que tuviste y comprendes que las oportunidades de cambiar
se quedaron atrás.
Así es el ser humano, capaz de amar y sentir en un segundo, y perderlo todo en otro.
Mucha gente quiere verte caer, y caes. Te deslizas entre nefastas memorias y otros te juzgan
sin conocerte realmente.
La injusticia te marea y te provoca alucinaciones.
No puedes hacerlo, no sabes seguir, todo está perdido y así te sientes en este momento,
divagando entre mil destinos sin capaz de decidir por ninguno.
Sabes que solo eres capaz de hacer daño, y que cuando alguien te quiere, lo destruyes.
Y todo por una sencilla razón, la más devastadora de todas: tú ya estás roto.
Roto sin poderse arreglar, roto en un lugar que no es tu hogar, roto tan joven. 
Te sientes mayor sin apenas haber vivido cosas con emoción,
tantos enemigos que te quieren ver destrozado,
y no puedes con tanto, y por eso quieres que los tuyos no sigan tu camino.
Quieres para ellos un mundo mejor, uno que no mate sus ilusiones y sueños; como le ocurrió a tu alma sin aliento,
sin vida, sin amor, sin alas. 
Beatriz Morales Fernández 

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