jueves, 26 de mayo de 2016

Llueve en el salón del conformismo. 

El mundo continua borracho de apariencias y drogado de pereza mientras yo sufro por ser parte de este juego hipócrita aunque con los ojos bien abiertos. Quisiera alcanzar lo que mi mirada observa tras el cristal, palpar las emociones y creer que la esperanza no es un capítulo más del libro de los sueños. 

Diluvia en el dormitorio del pasotismo. 

Me desvisto pensando en cómo podrían ser las cosas si cada persona pusiese su grano de arena, si todos le pusiéramos ganas. Y, desnuda, me mezclo con el agua para desaparecer por un instante y ser un pedazo de lo inefable, de lo que puede ocurrir si se hicieran las cosas con el corazón. 

Beatriz Morales Fernández 

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