viernes, 27 de mayo de 2016

Más, siempre más

Nos enamoramos más de la opción a enamorarse que de la persona que aspira a ser nuestro acompañante de vida.

Nos follamos más a nosotros mismos mientras el sexo ocupa el centro de atención del acto que de la persona a la que nos estamos follando.

Nos centramos más en nuestras respuestas que en las preguntas que nos plantean. 

Nos llama más la atención el consejo que daremos que el escuchar las dudas de las personas que nos lo piden. 

Nos llama más lo cómodo que lo que requiere arriesgar, pensar, sentir, escuchar, estudiar.

Nos encantamos más con el precio que con el gesto.

Nos imaginamos más haciendo cosas que ejecutándolas. 

Nos ignoramos más a nosotros mismos, a nuestro interior; que a los rumores e insultos que nos deprimen. 

Nos separan más de lo que nos unen.

Nos manipulan, nos acomodan, nos balancean en un columpio inevitablemente roto. 

Nos hacen mirar más hacia un lado que de frente.

Nos deshumanizan más cada día, nos abandonan a nuestra suerte, nos distraen en obviedades y olvidamos el sentir de la vida y del mundo, el sentir que mueve la Tierra: nosotros mismos, nuestras ganas de amar lo que hacemos y lo que podemos hacer con un poco de esfuerzo.

Con un poco de mucho.   

Con más sentir que pensamiento.

Con más amor que raciocinio. 

Con más posibilidad que verdad.

Con más unidad que separación.

Con más, siempre con más.  

Beatriz Morales Fernández 



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