martes, 11 de octubre de 2016

Las luces de la ciudad en su nocturnidad son más hermosas cuando dejamos que sean nuestras ganas las que recorran cada calle y su historia; ¡hoy suena tan bonita la fuente que acaricia la espalda de la Catedral de Santa Ana!
Prosigo mi camino y me pierdo en las esquinas donde seguramente tú te encuentres pero en otro lugar; y me pregunto como estarás, si la vida te trató bien, si puedes convivir con la melancolía molesta que a veces empapa de frío y muchas otras te acalora en la desnudez de tu esencia. Hoy me pregunto muchas cosas pero, sobre todo, saboreo la cuestión de si de tanto preguntar, nos hemos olvidado de vivir allá donde se nos ha permitido juntar los pedazos rotos que tanto nos negamos a recoger. Así que hoy tendrás que perdonarme porque voy a dejar las preguntas a un lado y voy a ordenar este revuelo caótico y surrealista que ha empapado mis días en una neblina difusa que se sujeta a mis talones.
Hoy me voy a permitir el lujo de no pensar, de vivir por mí, luego hoy voy a quererte más que nunca, pues me abrazo a la nada contigo, tú allí y yo aquí, tú desde lejos y yo desde tan cerca, tú presa de mis idas y venidas, yo buscando algo que no consigo hallar: paz. 

Beatriz Morales Fernández 

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