lunes, 13 de febrero de 2017

Lo siento, amor. Suelo vestir todas mis inseguridades como si acudiesen a la cita perfecta antes de morir; muertas viven en mí y no hay quien saque los fantasmas que tiñen de dudas el recuerdo que te tengo. Solías ser mi ambición más preciada y acabaste siendo la incertidumbre menos deseada, me apoyaba en tu egocentrismo a pesar de que vieras que era muy fácil ser feliz y fue entonces cuando apareció un amante cruel que te robó de mis brazos y que nos rompió el corazón: el rencor, un proceso de la vida que se entremezcla con la melancolía generando dependencia emocional. 
Bonita la historia nuestra cuando durmiendo en camas separadas soñábamos con un futuro mejor a pesar del grito de acusación después de tenernos dentro. ¿Nos quisimos alguna vez? Extraño caso el buscarte en excusas sin valorar lo que tengo; inmensa problemática la que tiene amar a quien no se ha amado nunca.

Beatriz Morales Fernández 

miércoles, 8 de febrero de 2017

Te extraño, letal contradicción. 
Besar tu ambigüedad desataba todo mi descontrol; eras tan hermosa en sus besos, apenas concilio el sueño cuando noto que me haces falta. Acaricio tu ausencia como si de un sentimiento frágil se tratase, escucho tu voz en el silencio más absoluto de tu partida y mientras entierro el dolor en el parterre de los sueños rotos, apareces en el reflejo de lo que soy hoy para memorizar tu figura en mis fracasos más sentidos. 
No me olvides, adóptame como puro masoquismo. Domestica a tu extrañeza para que descanse con la mía en el lugar donde nos conocimos, acostúmbrate a los intentos fallidos y, sobre todo, ámame cuando menos debas porque solo así hallarás las respuestas que buscas y me encontrarás a mí, apoyada a tu espalda mientras miras hacia otra dirección como en aquellos tiempos donde las dudas nos vestían el camino. 

Beatriz Morales Fernández 

No pidas disculpas por sentir

En determinados momentos sentimos que perdemos el control de las emociones y la seguridad de las cosas que tenemos; son instantes donde realmente somos libres porque no nos relacionamos con nada que se sujete al suelo y porque tenemos el derecho a soñar eternamente en ese segundo donde nada nos ata a lo que vivimos en la cotidianidad. Son esos momentos los que, aun a sabiendas de que se perderán porque la vida es muy larga y nosotros tendemos a la memoria corta, debemos exprimir ahí mismo y no hemos de dejarlos ir sin previamente arriesgarnos en dejar un trozo de nuestro corazón.

La cuestión es: ¿a cuántas personas y situaciones en el tiempo hemos dejado pedazos de nuestro palpitar? No importa, lo relevante es que no dejes de hacerlo, no te rindas porque ahí fuera hay manos invisibles que reclaman que sigas dejándote el alma en todo lo que haces y vives de verdad. Y aunque veas a la sociedad perdida y con ganas de abrigarse en el rencor y en la rendición para no perder la seguridad...tú no olvides que eres diferente por abrirte a sentir tu entorno y eso en este momento de la historia es muy importante porque el mundo necesita saber que aún hay esperanza, es decir, que aún existe gente valiente con ganas de romperse amando porque solo así sabremos lo que es la vida y lo que es sentir que hay algo más que tejido muscular y huesos en nuestro cuerpo. 

Beatriz Morales Fernández 

sábado, 4 de febrero de 2017

El viento

El problema de las palabras es que se las lleva el viento.
Abrazada a tu espalda en mi imaginación, solo me convierto en una fotografía de tus recuerdos y todas aquellas dulces letras que formaban promesas resbalan por mi cuerpo tras morir en mi mente y asesinar mi corazón. Nadie puede entender cuánto duele el amor si primeramente no ha amado hasta quedarse sin aire y sin dignidad que recoger. Hay amores que te cuidan o te cicatrizan las heridas de esas carnales pasiones pero, en un determinado momento, justo en el instante donde todo está pasando, maldices cada palabra de sus labios y cada idealización que has hecho de una realidad ficticia. Tú creías ser su media mitad y solo fuiste una idiota que lamió sus ilusiones hasta dejarlas secas, hasta que ya no fue suficiente lo que parecía no tener límite. 
Hay personas a las que les duele sentir porque expresan una debilidad rota y llena de rasguños que pueden tender a una muerte inmediata si lo intentan otra vez, pero son quienes si saltan a la piscina, lo hacen, a pesar de estar llenos de imperfecciones, con una promesa de querencia en la frente. Pero, finalmente, todo se acaba, las palabras se las lleva el viento y encogida interiormente por sentimientos confusos e ilusorios te repites una sola cosa: quien te ama no se va nunca si tú también sientes lo mismo, si tú también lo sientes con toda tu alma. 

jueves, 2 de febrero de 2017

¿Nunca te has parado a observar con precisión la mirada de una persona por la calle?
Muchas de ellas suplican ayuda, piden auxilio a gritos silenciosos y buscan salir de sus prisiones emocionales y sus problemáticas vitales. Algunas lloran sin necesidad de lágrimas y otras están perdidas incluso cuando coinciden con la tuya; no todas son negativas, hay personas que tienen una mirada llena de felicidad ya sea por un día lleno de buenos momentos o porque están en un momento de su vida extraordinario. Sin embargo, las más hermosas y tristes de ver son aquellas que piden liberarse, que suplican volar y desvanecer toda la carga que muestran sus pupilas, pues la persona que se encuentra en un estado pletórico o establemente bueno no mira, no busca miradas, no necesita que alguien se de cuenta de que no hay luz al final del túnel porque ya ha encontrado su propia identidad y una mirada que no necesita ser contrarrestada. 
Quién busca identificación visual no ha encontrado seguridad en lo que encuentra, es quien roza la felicidad pero no la toca, es el que pierde la fe sin haber saboreado la esperanza. 

Beatriz Morales Fernández