sábado, 4 de febrero de 2017

El viento

El problema de las palabras es que se las lleva el viento.
Abrazada a tu espalda en mi imaginación, solo me convierto en una fotografía de tus recuerdos y todas aquellas dulces letras que formaban promesas resbalan por mi cuerpo tras morir en mi mente y asesinar mi corazón. Nadie puede entender cuánto duele el amor si primeramente no ha amado hasta quedarse sin aire y sin dignidad que recoger. Hay amores que te cuidan o te cicatrizan las heridas de esas carnales pasiones pero, en un determinado momento, justo en el instante donde todo está pasando, maldices cada palabra de sus labios y cada idealización que has hecho de una realidad ficticia. Tú creías ser su media mitad y solo fuiste una idiota que lamió sus ilusiones hasta dejarlas secas, hasta que ya no fue suficiente lo que parecía no tener límite. 
Hay personas a las que les duele sentir porque expresan una debilidad rota y llena de rasguños que pueden tender a una muerte inmediata si lo intentan otra vez, pero son quienes si saltan a la piscina, lo hacen, a pesar de estar llenos de imperfecciones, con una promesa de querencia en la frente. Pero, finalmente, todo se acaba, las palabras se las lleva el viento y encogida interiormente por sentimientos confusos e ilusorios te repites una sola cosa: quien te ama no se va nunca si tú también sientes lo mismo, si tú también lo sientes con toda tu alma. 

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