lunes, 13 de febrero de 2017

Lo siento, amor. Suelo vestir todas mis inseguridades como si acudiesen a la cita perfecta antes de morir; muertas viven en mí y no hay quien saque los fantasmas que tiñen de dudas el recuerdo que te tengo. Solías ser mi ambición más preciada y acabaste siendo la incertidumbre menos deseada, me apoyaba en tu egocentrismo a pesar de que vieras que era muy fácil ser feliz y fue entonces cuando apareció un amante cruel que te robó de mis brazos y que nos rompió el corazón: el rencor, un proceso de la vida que se entremezcla con la melancolía generando dependencia emocional. 
Bonita la historia nuestra cuando durmiendo en camas separadas soñábamos con un futuro mejor a pesar del grito de acusación después de tenernos dentro. ¿Nos quisimos alguna vez? Extraño caso el buscarte en excusas sin valorar lo que tengo; inmensa problemática la que tiene amar a quien no se ha amado nunca.

Beatriz Morales Fernández 

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