sábado, 25 de marzo de 2017

Muchas veces el imaginario nos hace sentir cosas que dejaron de existir con el paso de la desilusión y la madurez ante la ausencia de lo que se creía eterno. En ese momento donde te abrazas al recuerdo, numerosos estímulos palpitan en el dolor que va muriendo cada día. Esa dolencia, te recuerda lo vivo que estás aunque también te convierta en un soñador de imposibles certeros. En ese instante, abrazas a la nada como al todo que más llena tu alma por esa imagen que recrea tu mente, ahí visualizas lo que más amabas y lo que realmente acabó cuando perdiste otro trozo de algo que metaforizamos con el concepto corazón
Ahora es cuando más lo sientes que sentir, cuando más debes saborear el sufrimiento para hacer memoria y entender que la posibilidad de amar no murió aquel día que, lo que te despertaba una fiera tierna, sexual y llena de vida, huyó. Busca en esa necesidad de poseer lo que nunca ha sido tuyo, la manera de salir. A pesar de la obligación de comprender que esas esperanzas de regreso, de que aparezca por tu puerta o un amor que gane al tiempo, finalizaron para darle cabida a una nueva proyección de ti mismo.

Beatriz Morales Fernández 

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