domingo, 9 de abril de 2017

Por todas aquellas promesas que no pude cumplir, por todos esos besos que no terminaron de fundirse, por los recuerdos que camuflan en tu piel dolorosas cicatrices que sangran al pensar en las metas conjuntas que no se terminaron de ejecutar, por una realidad transformada en una ensoñación enamorada, por tus risas que levantaban mi ánimo cuando el inconformismo me vestía la vida, por lo que no fui capaz de dar al ser de otro a pesar de que aquel nunca me saborease como suya, por toda esa efusividad convertida en vacío y por todo ese amor que no supe corresponder...te recuerdo como un lucero que merece aplacar la angustia en los brazos de alguien que contemple los detalles que conforman tu esencia como un regalo. 

Con el tiempo comprendes y valoras qué es el amor sano y cuál es el que merecemos, no el que creemos que debe ser. Todo gracias a aquellas personas que pisan tu camino y, a pesar de no verlas como desean que lo hagas, te ayudan a madurar y a ser mejor persona.

Gracias. Esto sí está dedicado a los tesoros que pasan por esta aventura llamada existencia.

Beatriz Morales Fernández 

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