jueves, 26 de marzo de 2015

"Quisiera retener el segundo donde decides si marcharte o no. Porque tal vez ahí, pueda besarte las dudas y enamorarte las heridas. Quisiera ser más fuerte que tú, y poderte dejar ir para quitarte un peso de encima, aunque mientras me abraces de forma contundente la cintura. Quisiera dedicarle en persona unas palabras al tiempo, para que fuera benévolo y me dijese que pasaría si todo siguiera como hasta ahora, si todo valdría la pena. Y, sobre todo, quisiera aparecer como una suave brisa en tus respiraciones lentas cuando abandonas la razón, para colarme en tus sueños y hacerte adicto a cerrar los ojos para abrirlos ante los míos, cruzando miradas, volviendo al principio y no al ecuador, conquistándote sin reparar en recuerdos, rescatando la inocencia que perdimos hace mucho tiempo.
Y, aunque tal vez todo esté muerto, sigues respirando aunque ahora me des la espalda para descansar tranquilo, y yo, simplemente con ese gesto que no muestra una solución, me conformo. Y conformándome con nada, lo quiero todo en silencio, porque solo es en ese momento, cuando sé que puedes volver a ser mío, pues cuando el dolor cese, yo estaré sin palabras detrás, esperando que me mires y me digas "ya era hora". 
Sabiendo que no hay de donde agarrarse, la ceguedad me abre la puerta a la inocencia de creer que lo que un día sentías, está escondido en algún lugar de tu casa, esperando a que jugando al escondite, yo lo encuentre y lo agarre fuerte, para que se acaben los juegos y podamos tomarlo en serio. Por eso cada vez que entro por el umbral, me paro a observar cada esquina y hueco, donde pueda estar tu corazón malherido amándome con rencor. No le temo a la tormenta, ni siquiera temo el que nunca puedas comportarte como aquellas veces donde sin saberlo, estábamos profundamente enamorados. No le tengo miedo a ese momento, porque la ignorancia de los acontecimientos, lo hace todo más grandioso. Porque sin saberlo, donde las cenizas quemaron el fuego, la llama sigue ardiendo por dentro. No bastan las caricias ni los gestos, pero tal vez sí una sonrisa distraída o un pico modesto, tal vez no puedas amarme por como lo sentías en aquel entonces, pero tal vez sí puedas hacerlo como nunca lo hayas imaginado, porque tampoco esperabas volver a hacerlo. Llámame loca, pero la locura por la que atravieso, fue la misma por la que muchas grandes obras han llegado hasta nuestros tiempos: por creer en la eternidad sin realmente pensarlo. Y es que es así, pues sin pensarlo de forma consciente, creo en un "para siempre" que me asombra cuando solamente te veo, cuando sé que son sólo tus manías, tus celos y tus tonterías, lo que quiero el resto de mi vida. 
Sin que ahora mismo lo sepas o quieras saberlo, hay una grandeza cálida en un sentimiento que si estaba destinado a unirnos, no se escapará de ninguna manera. Pues devora las alegrías, y se come las penas; pues se acuesta con la indecisión, pero la abandona cuando realmente todo está perdido. Porque sin ser de nadie, ambos somos a la par del otro. Porque dejándonos espacio y libertad, hay un hogar entre nuestras tardes porque todo lo que nos ha pesado y hemos cargado a la espalda, no nos hace sentir a ras del suelo como la propia compañía que no queremos necesitar, pero que de alguna u otra forma, no nos termina por disgustar.
El ayer fue un mentiroso compulsivo que rompió la esencia; el ahora es una fase transitoria que ni siquiera sabe que quiere hoy; y el futuro solo depende de uno mismo, y es ahí donde lo que debe ser, puede no serlo, y lo que tal vez es más sensato, deje de tener sentido porque el sentimiento vale aún más que cualquier otra tarde que no sea entre los abrazos por la espalda llenos de cosquillas, de mi oído escuchando como habla tu corazón cuando duermes, o de mi mano agarrando la tuya con seguridad, porque sentirás que no habrá nadie más, que no seas tú". 

Bea Morales Fdez 
Odias el momento donde comenzaste a amarla. Odias ese instante donde las sonrisas fueron flechas directas a la diana denominada pálpito y corazón. No lo sabías por aquel entonces, pero un día lo que creías real simplemente se esfumó.
Y quien lo sabía, y quien te avisó.
Juras olvidar lo que hace mucho era una realidad incondicional, lo que hace mucho eran placeres para volver a navegar entre sus muslos. Y quién entendía a razones si un solo tocamiento sabía más que un beso. Y quién podría describirlo si ni siquiera las palabras podían expresar aquello. 
Nadie conocía el principio, ni final de todo eso; ni siquiera ambos enamorados que temían los propios amoríos, pudieron evitar la caída al vacío. Ella era la debilidad de la fortaleza de él, y él era el miedo de la cobardía de ella. Ella y él, los dos, ambos, siendo a veces tres, otras sólo uno, e incluso alguna vez, ninguno. Las historias de amor se vuelven enfermizas cuando se diagnostican como morfina para evitar el gran golpe que supone la pérdida de todo lo construido, y sin ni siquiera poder ser la cura necesaria, se conforman con sangrar despacio y morir lentamente. 
Hasta que uno dijo basta, hasta que uno calló todo lo que gritaba y, cesaron los llantos y los pretextos para regresar a la próxima despedida. Un día, comenzaron a llegar nuevas mantas humanas que cubrían los rasguños irreparables por las noches, aunque sin que ninguno lo dijera, eso no fue nunca suficiente. Y cuando todo finalizó de forma perpetua, uno de los dos entendió que amaba con locura lo que ya no tenía, lo que no valoró cuando pudo, lo que en un tiempo lo hacía feliz a pesar del dolor venidero. Entendió que nada es para siempre y, comenzó a andar por donde el otro ya había empezado, el camino del olvido, nombre tétrico pero sabio. 
Así fue como dos almas gemelas se volvieron opuestas y negadas a mirar atrás, porque sabían que si volvían a encontrarse, ya nada sería igual aunque fuese todo como antes; porque sabían que una mirada al pasado, bastaba para caer uno profundamente enamorado del otro. Así es la paradoja de algunos amores: mientras más se tienen, menos se consideran; y mientras más se ausentan, más se aman aunque sea de forma muda y negada. 

Bea Morales Fdez 

domingo, 15 de marzo de 2015

"Los prejuicios que asoman nuestras ventanas se rompen al chocar contra la persiana. Y cuando la intimidad atestigua nuestra presencia, también ella se queda sin palabras. La armonía y el rencor se unen formando una paradoja latente que a nuestra espalda se vuelve invisible, quedándose sin presencia porque algo que no tiene nombre ni etiqueta la succiona sin medida. Algo que tú no pronuncias y yo siento, algo llamado amor. Y en medio de tanta tranquilidad llena de ajetreo, has de saber que el vacío que suspira mis emociones se queda mudo cuando beso los poros de tu piel; que cuando ríes, el mundo que parece que conozco, deja de existir por el mero hecho de contemplar algo aún más asombroso; que siendo diferentes nos asimilamos el uno al otro en un retrato sin pintura pero totalmente vivo, repleto de ternura y cariño; y, has de saber por si alguna vez lo dudaste o temiste que no fuese cierto,  que la curva de tu sonrisa es el éxtasis de mi felicidad, es todo lo que me hace falta para continuar mirando hacia el frente, es el impulso más dichoso y fuerte que puede sentir mi corazón.
Te amo por ese motivo, no por los cánones fijos que permiten perfecciones o idealizaciones, no por la belleza que puedas desprender, no por cualquier asunto en especial, simplemente te amo porque tienes la sonrisa más bonita del mundo, porque la dicha atrapa mi vida cuando observo como curvas los labios y se te iluminan los ojos, simplemente es algo maravilloso".

Bea Morales Fdez 

domingo, 8 de marzo de 2015

Te quiero

"Te quiero hasta cuando te olvidas de quererme, hasta cuando recuerdas como hacerlo y te limitas a mirarme sin gesticular. Te quiero hasta cuando cuelgas de mis brazos como si te remases en un columpio de forma inocente. Te quiero hasta cuando abriste tu corazón roto por mis manos, hasta cuando lo cerraste de nuevo y acompasaste mi último latido con miles de lágrimas. Te quiero hasta cuando te atreves a empujarme fuera de lo que yo creía poesía. De lo que yo creía paraíso.
Te quiero hasta cuando te arrepientes y me besas la espalda, hasta cuando me dices que no pero sí, y sí pero no. Te quiero hasta cuando sé que jamás vas a volver, hasta cuando sé que nunca mirarás atrás y verás que me arrodillo a una espera llena de sueños idos. Te quiero hasta cuando sé que tú ya no necesitas necesitarme, y yo todo lo que busco es la búsqueda de tu mirada sobre mí.
Te quiero hasta cuando sé que podemos perdernos un día fuera de aquí, sin que se entere nadie para volver a la realidad con una lluvia de conciencia fría.
Y es que realmente sé que alguien llegará y te enamorará el corazón, y esa no seré yo. Esa no podré ser yo. Sé que no puedo darte el mundo porque ya miles de pedazos de un amor tóxico se desintegraron, sé que no quiero asumir que se acabó, que tu forma apasionada de besar se queda en vacío cuando me ves partir; sé que la perfección no existe y aunque pudiera hacerte sentir la mayor obra de arte contemplada por mis ojos y mi vida, no será suficiente.
Jamás será suficiente nada, porque la nada acoge una historia que de dos, se convirtió en uno.
Porque las personas y la vida siguen cuando algo contiene un final, y son pocas las almas que tienen el coraje de luchar por dolores que traen felicidad,  por llantos que traen dicha, por dificultades que valen la pena. Lo fácil es dejarlo estar, lo fácil es empezar de cero.
Y en medio de esa forma más apacible de vivir, me encuentro remándote y viéndote reír. Y, ríes por tenerme y no tenerte yo, por no extrañar mi mirada ni mi sonrisa, por poder hacerme tuya sin necesidad de transmitir que puedes ser mío. Y tal vez sea esa la clave, descubrir que no siempre un amor será eterno, que no todas las palabras que se dicen quedarán gravadas en certeza, que no todo lo que viene se queda, que por más que uno ame con todas sus fuerzas, no siempre habrán dos personas dispuestas a romperse el corazón para reconstruirlo en una felicidad más que evidente, ya que su presencia basta para callar todas y cada una de las dudas que acontecen al corazón, a cada una de las circunstancias que no pueden compararse con la dicha del enamoramiento incondicional.
Por eso lo sé, sé que todo es nada y que nada es todo, que te quiero por amor, y que amo por quererte, que me mato sin razón, y que razono por morir en tus brazos.
Te quiero hasta cuando sé que el jamás es la realidad del ojalá, de los suspiros y de pasar mi vida a tu lado".

Bea Morales Fdez

martes, 3 de marzo de 2015

Como si la libertad se me obsequiara en forma divina, me convierto en la golondrina que vuelve al balcón de tu casa por primavera.
Me vuelvo fugaz, eterna, pequeña, grande, lo que realmente desees que sea.
Y es que yo no sé lo que es volar hasta que aprendí a hacerlo contigo, hasta que un día con un simple beso, bajo la suela de mis zapatos el suelo se desvaneció dando paso a un vuelo más que agradable, excitante.
Tú eres todo lo que nunca pensé amar, tú eres esa enseñanza que domesticó mi corazón. Tú tan inmenso a ras de suelo y yo tan diminuta colgada sobre tus labios.
Caigo sin freno y me doy contra obstáculos más que evidentes, pero es que yo elegí golpearme una y otra vez con tal de estamparme a tu lado, con tal de que veas que hasta totalmente destrozada me queda la esperanza de continuar si tú me dedicas toda tu vida.
Quiero abrazarte por detrás cada mañana; quiero besar cada arruga que con los años se atreva a salir sobre tu piel; quiero protegerte de las pesadillas más oscuras y cuidarte cuando más lo necesites; quiero despegar y olvidarme del mundo para siempre si tú eres el motivo por el que me impulso tan alto. He querido tantas cosas a lo largo del camino, que ahora me conformo con lo mínimo si la grandeza de tu querer es lo que me permite hacerme grande a cada paso que doy.
Y es que, sinceramente, no hay forma más bonita de volar y trepar sobre las nubes olvidando la procedencia y la identidad si el motivo y el que me da la mano en esa aventura casi sin sentido eres tú. Todo cobra sentido cuando el mundo deja de tenerlo; cuando siendo dos polos opuestos creamos la armonía perfecta, creando un universo particular llamado amor. 


Bea Morales Fdez