sábado, 8 de noviembre de 2014

Ella temía la oscuridad, tenía miedo de caer en las tinieblas sin poder regresar a su hogar.
Era impulsiva, era pasional, idealista y perfeccionista.
Y de tanta perfección, lo oscuro la alumbró.
Cayendo por precipicios desconocidos, no le importan los golpes, las heridas que sangran, todo el dolor que siente su cuerpo...
Lo único que le importa es que la calidez del pálpito por la boca se marchó.
No le quedan excusas, ni motivos.
No le queda absolutamente nada, sólo llorar en la oscuridad.
De pequeña soñaba con castillos enormes y príncipes en la puerta.
Fue creciendo y, se dio cuenta de que los príncipes no existen y los que desean serlo, también se enamoran.
Rompiendo corazones y quebrantando almas, una culpa deseosa por abrazarla la sujetó.
La asfixió y la mató.
Resucitó pero no a los tres días como quien merece vivir.
Caminó por lugares llenos de vida, contempló sonrisas relucientes que sin esperarlo, iban dirigidas a ella, le regalaron un corazón...
Pero, dicen que los muertos pierden la memoria; y el alma, que se echa a volar a otra dimensión...
No pudo dar más de sí misma, no pudo comprender ni pudo dar lo mejor que pudo haber dado alguna vez.
Haciendo daño, ella sangraba y abría heridas pasadas que se juntaban con las presentes.
La gente la observaba y con cierta penuria, la intentaban levantar...
Ella, fuera de sí, a un lado mirándose a sí misma, se levantaba sola y decía: "Tranquilos, estoy bien".
Y esa tranquilidad que la camuflaba, al llegar a casa la dejaba en soledad.
Doliéndole el alma, no terminaba de resucitar.
El pasado no le dejaba avanzar, la culpabilidad la ha hecho prisionera siempre.
¿Cómo puede amar esa mujer?
Ella convive y vive resistiendo, intentando vencer las lágrimas.
Intentando caminar sin pensar.
La vida no siempre trae cosas buenas, a veces mata en vida.
Y cuando te ha matado, vivir no siempre es la meta para avanzar.
Ella temía la oscuridad, y temiéndola, vive dentro de ella.
Llorando por miedo, sola ha de vencer sentimientos, emociones, recuerdos...que tal vez, nunca pueda superar.
Que tal vez, acaben matándola de verdad.

Bea Morales Fernández

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