Irónico el destino que nos une con un lazo medianamente suelto pues ni yo te siento mío, ni tuya quiero ser. Y es así como dices amarme, besándome y creyéndote que hoy seremos el uno para el otro. Sin embargo, aunque tu lengua derrame fervor ardiente mezclado con emociones dominantes, me perteneces en cuanto a las debilidades del corazón y esa es la nefasta conclusión que cae entre tu ropa.
Sentada en el sillón del inconformismo observo los dibujos de tu espalda y todas las historias que recorren tu piel llegando a la síntesis de que eres hermoso ante mis ojos, e indiferente cuando te vas.
Beatriz Morales Fernández
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