sábado, 23 de julio de 2011

Lo bueno de mi vida, en ella
Fueron aquellas palabras que me decías después de arrojar penas
Eran los momentos donde tu mirada se clavaba en mi sonrisa 
Los paseos sin dirección donde te quejabas de mis tonterías
Mis palabras mudas que contestaban a tus besos, tu manera de haber sido 
De llenar este espacio donde ocupó la alegría
Fueron las disculpas después de  noches desesperadas sin coger el teléfono
Eran las situaciones donde nuestra película se iba a la mierda y me besabas protegiendo lo que quedaba, lo que mi amor callaba, lo que tu piel y la mía experimentaban 
Cuando el tiempo se hacía pequeño y veloz, y tus manos, me apretaban la barriga suavemente, mientras las observaba.
Lo que una vez quise decirte, ahora lo callo. Lo que esperas para más adelante, se retrae mientras entretanto caigo
Ya si te agarrase, si no te soltase
No rozaría esos labios que me decían al oído lo que deseaba oír, lo que pintaba las paredes de mi corazón.
Más bien, mirándole seria, cargada de a saber qué, le diría lo patético que es todo, su comportamiento y el mío. Él por dejar de luchar para descansar y yo, por seguir creyéndome el cuento.
Una espera derrumba edificios sin necesidad de cristales y cemento por la ciudad, solo sus bloques de pesares nublan lo que es más certero
Lo que ahora último, supe siempre que tras los restos de lo más grande, era primero
Y si, por algún motivo esta obra de teatro a bajado el telón para no abrir hasta la siguiente escena, con ese supuesto segundo amor que te ilumina, júrame que tus palabras no han perdido validez.
Que todo este apaño no fue lo más maravilloso que hubo en tu vida.
Que ansías poseer sin necesidad de dar tú.


No hay nada más bonito que amar y ser amado.
Descubrir que en esta vida te han sentido por las noches, se han preocupado con una imagen tuya sonriendo en alguna cabeza, han soñado con despertarse y riendo, decir que lleves tú ese día los niños al colegio.
Y, no hay nada más triste que dejar que lo que se está quemando, se funda con el hielo. E, indirectamente, buscar una salida para protegerlo de la congelación.
Todo lo caliente, hace daño, te transporta calidez.
Todo lo frío necesita un contacto, algo caluroso. Y al dejarlo más de la cuenta, el nada te cierra los ojos, el posible tambalea tu cuerda y, el amor, se pierde cuando dos posibles personas pueden mandar al demonio lo que tocaba la moral. Lo que ha llovido y empapado, espera la sequedad del sol. 





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