viernes, 2 de enero de 2015

Mío, sólo mío

-Era mío, sólo y exclusivamente mío- susurra.
"Sin saber a que razones atenerme, compartíamos un mundo que se desmoronaba en mil pedazos cada vez que nos abrazábamos. Pero, ¿qué mas daba? Yo sabía que no funcionaría, que un día tras tanto amor jurado, te marcharías de casa, una casa llamada mi vida. Teníamos todo a favor y a la vez, en contra. Tú eras demasiado fuerte, tan fuerte, que no me dejabas entrar en tu debilidad; y yo pecaba de cobardía, de una cobardía tan extrema que entre beso y beso, soñaba con abandonarte. Éramos un amor raro, extraño, confuso y muy apasionado. Tú me jurabas amor eterno, yo te sonría y te prometía lo mismo para hacerte feliz. ¿Supe alguna vez que tú eras todo lo que necesitaba?
Supongo que mediante el contacto de nuestra piel, imaginé una vida a tu lado. Imaginé que cada día llegabas a mi vida de nuevo y me enamorabas como el primer día. Pues sin saberlo, caí profundamente en desgracia desde que cruzamos la mirada por primera vez. Y cuando digo desgracia, me refiero a enamorarme como una perra. Una sucia perra que en la cama era todo lo que querías que fuera, sobrepasando los límites permitidos con tal de oírte gemir mi nombre. Eras tan apasionado, eras tan fugaz que con un sólo orgasmo ya me enamoraba con más fuerza de tus sentidos. Eras una droga que se volvió adicta desde que admití para mis adentros que era drogadicta a tu perfume, a tu sonrisa, a tus manos.
Nunca nos dijimos te quiero, nunca hizo falta. Y cuando lo hicimos, era tras desfogarnos y por aquel entonces no era válido, es lo típico que se dice cuando te dejan complacido de una forma tan bestial que no sabes que decir salvo: "oye, has estado espectacular". Ninguno supo frenar, y sin frenos tuvimos múltiples heridas y rasguños que curábamos volviendo a la misma sábana tras follarnos a otras personas, sin sentir absolutamente nada por ellas. Dime, ¿cuándo supiste qué me amabas?
Creo que nunca lo supiste, pero eres tan culpable del desastre como yo. Como perros nos enamoramos como dos locos que no pueden vivir el uno sin el otro. Y ahora, en soledad, tan sólo por el orgullo que nos ha condicionado la vida ninguno llamará al otro, ninguno aún extrañándonos parará la locura e irá a buscar al otro, sólo nos recordaremos masturbándonos, durante varios minutos, o media hora, qué se yo, depende del día que llevemos.
Contemplo la calle, y me siento completamente vacía, te has ido, y esta vez para siempre. Te has ido y te has llevado mis mejores sonrisas, mis mayores ilusiones, mis gritos cuando llegaba al maldito y espectacular orgasmo; y también aunque ninguno lo asimile jamás...mi gran sentimiento llamado amor. Ya no queda nada que decir, cada uno hará su vida y se follará a mil cuerpos con diferentes caras y vidas; ninguno hará preguntas, solo se limitará a responder y quien sabe, tal vez nos enamoremos de otra, u otro en mi caso, subnormal que esté dispuesto a aguantarnos.
Pero nadie te va a saciar como yo, nadie te va a sacar tanto de quicio y a la misma vez unas ganas tremendas de hacer el amor como lo hizo mi persona. Nadie va a llorar tantas veces y te va a decir tantas injurias para quitarte la ropa y comerte a besos después. Nadie va a sentir un amor tan fuerte y tan enfermizo como lo que sentimos tú y yo.
Bajo mentiras creamos una verdad que por miedo, dejamos estar. La nada nos acoge, y otras vidas vendrán, y en el silencio de la noche, observo como nuestra historia sin final, inevitablemente lo tendrá.
Eras mío, mío, mío joder mío. Y yo era tuya, sólo tuya. Da igual con cuántos me dejara ir, con cuántos me dejase hacer, abrazar y complacer. Tú y yo sin quererlo, quisimos. Tú y yo sin poder evitarlo, creamos un universo que ninguna experiencia anterior pudo destruir o asemejar. Siendo el uno para el otro, los dos nos dimos la espalda, y sabiendo que pudimos tenerlo todo, preferimos conformarnos con nada".

Bea Morales Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario