Una mañana temprano, te alzarás y contemplarás la somnolencia en tu rostro; te preguntarás que día es, qué hora, qué te deparará la jornada; prepararás algo ligero para silenciar tu estómago y comenzarás a marchar de la mano con el tiempo y su insaciable prisa. Esa mañana tras vestirte, asearte y atarte los zapatos, volverás a la cama y le acariciarás el pelo mientras tus labios en un hermoso y silencioso descenso rozan los suyos, le susurrarás la cantidad de tu amor y la plenitud inundará la habitación antes de salir. Y mientras la has rozado, hablado, amado, abrazado, comido...no te acordarás de mí.
Mas, muy a mi pesar y en el fondo tiernamente agradecida, sé que si el olvido se hospeda en nuestras memorias, si te llena la existencia, sabré que esa es la forma más bonita de recordarme.
Tu felicidad; la mía.
Beatriz Morales Fernández
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