viernes, 3 de junio de 2011

Ya no se escucha ni al corazón latir
Un estruendo calló las quejas y los dolores
Un puño enterrado en la pared, cabezazos blandos en la memoria
Pasados esfumados, amores contrariados, en búsqueda del ideal
Ya nadie huye ni vuelve 
Ya la tarde cayó con el nuevo amanecer
El rumbo se reencontró 
No hay frases con palabras deseosas por oír, no hay latido por demostrar
Ni voces temblorosas ante la persona amada
Queda, el fruto marchito
El único posible en florecer pero hundido en la jugosa tierra, escondido en la copa de un árbol
Dos sin tres, cero con uno
Victoria en derrota, fe en las entrañas
Sin prisas, sin el futuro escrito, con una nueva piel que cicatrizar, y si eso, ya lloverá el oportuno











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