viernes, 5 de abril de 2013

Amigo, viejo amigo.

Se oye el rugido de un animal, un aullido.
Aquel sonido la aterró completamente, sintió desfallecer.
Era el coraje, era él.
Un motor arrancó, derrapó delante de su cuerpo y ella cayó.
Por tierra miles de arañazos sintió, quiso morir de dolor.
Habiendo medicina natural o no, con aquellas marcas parecidas a la vuelta de una dura guerra, caminando siguió.
Aquellos sonidos, acordes con dichos recuerdos, hacen sangrar esas heridas que no se terminan de curar.
Mientras la sangre derramada cae lentamente por su piel, comienza a llover.
Llueven lágrimas. De arrepiento, de rencor, de no poder perdonarse.
Dicen que, aquellos que han sido separados, solo se volverán a encontrar si hay un mero motivo para ello...
Y, ante esta situación, ella mira al cielo y pronuncia costosamente la primera frase que le nació del corazón...
¿Volverás?
Lentamente, cerró sus labios. No lo merece, no puede reclamar.
No, su ida fue tan justa, tan, que no le queda ni un tanto.
¿Tanto qué darte, qué demostrarte, qué decirte?
Si no puede conseguirlo, ¿qué hará?
Hay un exceso del "tanto", y todos le dicen que continúe.
Salvo que, ella conserva aquello que le diste, absolutamente aquello que le mostraste en su totalidad.
La constancia de la lucha, la no rendición, el impulso a nuevos desafíos, la sinceridad plena de un amor noble, la amistad de un hombre fiel, el mechero cual calor ha sido siempre el tuyo.
Por medio de la locura, en dicho utensilio, en el reflejo, su rostro se divisa, la mirada, la dura y tierna mirada. 
Mientras el viento hace volar su sudor, su risa penetra en sus oídos, sus palabras, los recuerdos de lo que dotó en la vida de los dos.
¿ Se puede querer tanto a alguien?
Amigo, amigo leal, amigo pleno, amigo luchador, amigo constante, querido amigo...¿te has ido de verdad?
Si ella pudiera...si tuviera la oportunidad...
A rastras, mantiene la esperanza
Aquel regalo que mantuviste en su mano, aquel símbolo especial para ti, que le diste por mero cariño, con unos ojos llenos de preocupación, de unos ojos que se introdujeron en su frío corazón...sigue hirviendo de tu calor. No has muerto, no has muerto para mí, para nosotros, no.
Y, si tanta locura se convierte en obseción...¡maldita sea! ¿Por qué pensar eso?
Ella solo ha fallecido al contemplar lo que ciega, perdió.
Hay momentos, donde te das cuenta del paso de la vida, de cada circunstancia y de cada ser que se convierte en el protagonista de esa historia. 
Somos tan jóvenes, que impacientemente, ella se quiere adelantar a lo que ha de venir con lentitud.
Y, por si fuera poco, no se moverá, esperará.
Oh sí, ella va a esperar.
El metal hierve, es tuyo, es mío, es nuestro.
En la ruta 66, te espera aquella alma que abatida, solo desea pedir perdón.
Solo desea poder, entre sueños, ayudarte a combatir la realidad.
Aunque, nada sea lo mismo, ¿puede mejorar?
Quién sabrá, quién lo sabrá.
El ser humano cambia, todos cambiamos. 
Y tal vez, solo aquel que demuestre su arrepentimiento tras aprender de él con sinceridad,
merezca una segunda oportunidad,
¿se la darás?
¿me la darás?
La noche duerme y el día despierta.
El aullido se desvanece en el horizonte, el humo de aquel motor se ha disuelto con la 
bruma. Fin. ¿Fin?, con total negación, se levanta, de pie, tras una madrugada intensa, ha cicatrizado a tiempo parcial las heridas para poder caminar. Ella camina, viviendo un camino con miles de retos que le quedan por vivir.
Solo espera, un día, una de aquellas sonrisas que le hagan emocionar.
Que le hagan llorar con total plenitud, de alivio, a modo de curación.
Pues esas lágrimas, la harán crecer, la harán de ti.
De dos, de dos soñadores que pase lo que pase, mantuvieron una fuerte conexión.
Una conexión, que pese a aquellos errores que la enterraron, bajo tierra sigue aniquilando todos los impedimentos que una vez, combatieron juntos.
Un chico, una chica, un hombre, una mujer. Ella, él.
Solo el tiempo tiene la puerta para un segundo camino, otra ruta con diferente número.
Realmente, un verdadero momento para despertar.
¿Unidos? Quién sabrá. 
Eso, solo lo saben los acontecimientos que pasean junto al destino.
                           Eterna gratitud.     
    

Bárbaro, referente a grandiosidad, se dijeron.
Ojos pardos, frondosos, dolidos, luchadores
Realmente hermoso se dijeron vida y, amor.
Jadeos soltaron, derrotados por aquel desconocido pues...
Ante miles de circunstancias, desde joven, no optó por abandonarse al destino
                   
Mostró, muestra y sé que mostrará sin pausa, sin rumbo, entre defectos y virtudes, una filosofía propia de un verdadero luchador. 



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