sábado, 9 de abril de 2011

Fíjate en la inmensidad del alma tras el aire fresco y salado de la orilla del mar.
Observa la belleza que consta en el amor que se tiene, no en los ojos que reflejan.
La vida es maravillosa, defectuosa, un intermedio del dolor acompasado del cariño.
El pensamiento del ser humano es totalmente rebelde, incompresible para la misma locura.
Sin vacilar damos pasos hacia delante disimulando que todo va bien, que hemos olvidado lo que seguramente hubiera sido para siempre.
Aunque el mismo hombre, sabe lo que palpita en su constancia con tan solo un segundo en  que se lo repitan, en que lo susurren, en donde se lo digan con seguridad.
Ya nadie ni nada ha de ponerle frenos a lo que desees huir.
Solo basta, la misma conciencia para asimilar o seguir ignorando lo que nos ha marcado en un destino

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