martes, 19 de abril de 2011

Posas tus ojos a la sombra del sol
Miras las olas rebotar con la dureza del viento, con las rocas puestas en el suelo de la mar.
Alzas tu cabeza tan calmada como liberada
Un dedo toca la piel del atardecer, lo hueles, lo sientes, lo fotografías.
Pero sabes, que las penas que ya se fueron las vuelves a tirar allí, en un hueco entre la preciosidad.
Entre el adiós del sol.
Tras tu sonrisa, tras tus ojos claros a la luz.
Con la palma de la mano abierta y cansada de luchar, de ir consiguiendo la victoria.
Como llegaste a imaginar la última vez que pisaste ese sitio donde has pasado de largo.
Sin quejas, sin presión, con el abandono de lo que fuiste para el masoquismo.








Que bendito son los claros sobre tus mejillas, tus brazos sobre tus piernas.
Tu corazón sin nada que decir

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