domingo, 15 de enero de 2012

Vete.
Vete, tienes que irte.
No puedes seguir danzando en mi moralidad
No puedes enamorarme del horror que pude dar.
Fuimos maravillosamente catastróficos 
Y ya, la nada abunda en la palabra amor.
Dime entonces, por qué en un instante de luz, tu cara me abraza sin necesitarlo.
Por qué si te dejé ir, y no quiero que vuelvas, sigues aquí.
Encastrado en el recuerdo que dejo ir, que debo dejar marchar.
Vete, fuera. Nunca quise que te fueras.
Pero la razón le ganó el pulso al resto, la locura mataba lo cuerdo
Tú eras todo lo que extrañaba y cuando te miraba a la cara, desaparecías, te esfumabas
No quiero que seas adorable, no deseo recordarte, sólo que el espíritu que me diste, se vaya.
Que logre alcanzar, lo que hace tiempo dejé de visualizar.
La emoción fija que alborota la realidad de lo demás.

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