martes, 1 de febrero de 2011

Quédate, porque te has ido
Tu suave y melosa voz ha desaparecido.
 No me quiero dar cuenta aquí en mi salón
 Esa foto de una sonrisa con un beso perdura en la habitación.
Por favor, pisa fuerte por donde pasaste, recoge los pedazos que me regalaste.
La felicidad confunde al amor, lo transforma, lo hace mudo.
No desesperes, no calles las palabras en el silencio, solo arrastra los grandes momentos al garaje, apárcalos allí.
El trastero está demasiado lleno
He traspaso la línea de mi ego
Una figura corpórea abunda la estancia, una sola, no llora, no ríe, no ama, no olvida, solo cree.
¿Qué?¿cómo?
No formula preguntas, solo se asemeja a mí, a mi humilde herida 
Continuar es tarea difícil, algo ficticio, verosímil dentro de un tiempo.
Cuando dormimos el olvido llega a nuestras mentes, invernamos los sentimientos hasta abrir los ojos.
Si es así, que llegue el invierno y no cese hasta que lo verde ilumine mi cueva y salga con hambre de comerme el mundo. Con ganas de no tenerte. De cesar algo acabado
De, asimilar algo terminado.
Y de,  completar ese ramo marchito antes del otoño. Como tú quisiste. Como no vas a regar. 
Como yo, añoraría que lo hicieras 





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