jueves, 12 de mayo de 2011

Paseando por las calles con el color del añil sobre tu cabeza, sientes lástima de esos que no saben que es amar para sufrir, sientes que la lástima la tienen ellos por ser tú el interprete del masoquismo
Quizás es verdad eso de " cuanto más profunda es la herida, más te parecerás a la madurez".
Esa frase que me vino un día lento, lluvioso, con el cuerpo sobrecogido del frío y de la soledad momentánea.
No hay nadie por encima de la cima del otro.
No hay mayor sueño que quien lo crea.
No hay mayor penuria que el que crea que su caída durará eternamente ante los ojos de los indiferentes.
Solo un detalle, solo un apresurado te quiero, solo una leve esperanza, solo tú...sí, ese tú, digamos que es esa persona dueña de tu corazón.
Esa que nos ha hecho debilidad ante su vida.
Pensemos y por un instante, demos la vuelta.
¿Entonces? Pues, rectifiquemos, y respondamos con un vaivén de confusión pero con la respuesta exacta.
Si la vida nos hace continuar, no cedas a dejarla ver pasar.
Porque igual que regalas minutos de tu ser a otras situaciones, más tarde necesitarás muchísima fuerza para cambiarlo todo y quedarte a gusto.


El tiempo nunca respetará nuestras decisiones, por eso la rebeldía ante él debe valer la pena.
Por eso, no hay excusa para sentirte extraños con un nuevo amanecer en nuestro interior.
Uno sin atardecer hasta que sea el momento adecuado para usarlo.
Y todo ese amor que revolotea, dedicárselo a uno mismo.







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